2/6/2008.
SOCIEDADES COBARDES Y ENFERMAS.
(extracto editorial ABC)
Porque ese artículo, en el que Redeker denunciaba el intento del islam de obligar a Europa a plegarse a su visión del mundo -o, lo que es lo mismo, el intento de limitar en el mundo occidental la libertad de expresión y de pensamiento-, le valió a su autor un reguero de amenazas mortales, desde la proferida al día siguiente por un jeque islamista a través de la cadena Al Jazira hasta el sinfín de páginas web o de correos electrónicos particulares que le ponían, sin ningún tapujo, en el centro de la diana -aunque mejor sería decir, en su caso, con la cabeza separada del tronco-. Y he aquí que esas amenazas, lejos de provocar la reacción unánime de la sociedad francesa, empezando por la de la propia máquina del Estado -Redeker, en tanto que profesor de instituto, además de ciudadano francés es funcionario del Estado-, derivaron, desde el primer momento, en la más infame de las claudicaciones. Como si aquel país no fuera ya el país de Voltaire.
«¡Atrévete a vivir!» es el diario de los dos meses y medio que siguieron a la publicación del artículo. Se trata de un libro asfixiante, como corresponde sin duda a las condiciones en que ha sido escrito: las de un hombre permanentemente encerrado, y encerrado contra su voluntad. Pero esa asfixia, omnipresente en el relato, no lo es todo. Ni siquiera puede considerarse lo más importante del libro. En el fondo, ya desde las primeras páginas, uno tiene la sensación de que la angustia destilada por esa prosa maravillosamente clara debe mucho más a lo absurdo de la situación que a la situación misma. Está, por supuesto, la fatalidad de la condena. Y están, por supuesto, las condiciones de máxima seguridad en que el condenado y su familia deberán vivir en adelante -y quién sabe si para siempre-. Pero está, sobre todo, la gran, la incomprensible, la inaceptable paradoja de que ello le esté ocurriendo a un intelectual en el país de las Luces y de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.
Y es que, desde el principio, a Redeker le fallan, uno tras otro, todos los asideros. A saber: el ministro de Educación, de la UPM; la mayoría de sus compañeros de trabajo y de profesión; el alcalde comunista del municipio al que pertenece su instituto; la práctica totalidad de los vecinos del pueblo donde reside, encabezados, al poco, por el mismísimo alcalde socialista; los medios de comunicación regionales y nacionales; gran parte del arco político, sin distinción de color, y de los intelectuales llamados «de gauche»; y la propia seguridad del Estado, cuyo desconcierto inicial llevará al condenado de Herodes a Pilatos. Bien es verdad que en todos estos colectivos se da también alguna excepción. Como la del entonces ministro del Interior, Nicolás Sarkozy, que se interesa enseguida por su situación; o la del centrista François Bayrou, o la del socialista Dominique Strauss-Kahn, que participa incluso en el acto solidario del 15 de noviembre de 2006 en Toulouse, acto al que también asiste Redeker, en lo que constituye su segunda salida al exterior después de casi dos meses de cautiverio. O como las de Claude Lanzmann, Bernard-Henri Lévy, Alain Finkelkraut, Pascal Bruckner, Luc Ferry, Michel Onfray o André Glucksmann. Pero todos estos apoyos lo son a título individual. Tristemente individual. La República -y cuanto representa- no sabe, no contesta.
Este es solamente un síntoma, muy preocupante, de una grave enfermedad. Europa, en general, ya que debemos hacer las honrosas excepciones como Dinamarca, es una sociedad o un conjunto de sociedades en las que junto a grandezas, conviven miserias. Como todo el mundo, se dirá. Sí, como todo el mundo, pero el problema está en el tipo de miserias.
Cuando decimos que 'no somos perfectos', no decimos nada de interés. Se trata de una obviedad nada o muy poco informativa. Cuando buscamos la amistad de alguien, por ejemplo, sabemos que no es perfecto. Como nosotros mismos. Pero ya contamos que 'el otro' tenga defectos. Lo que sucede es que esperamos de un amigo que no tenga ciertos defectos. Algunos defectos le harían inservible como amigo, si hablamos de personas decentes.
Algo parecido sucede con el hecho que estamos comentando. La gravedad de la situación no está en que la sociedad (o conjunto de sociedades) europea tenga defectos sino que tenga algunos de especial gravedad. No diré que sea exclusivos de Europa. Probablemente son propios del género humano pero la intensidad con la que se manifiestan no son iguales en todos los ámbitos. Ya he dicho, en alguna ocasión, que incluso dentro de Europa hay diferencias significativas. Por ejemplo, con motivo de los atentados terroristas en Madrid y Londres.
El miedo, el entreguismo, fueron bastantes claros en España. Nada extraño en una sociedad desmoralizada que parece no saber quién es, ni adónde va. Inglaterra (es decir, la gente en general), a pesar de sus defectos, tuvo una reacción más digna. Ni en la prensa ni en los comunicados oficiales se respiraba la idea de que 'algo habremos hecho'. Como la diputada de Izquierda Unida, ángeles Maestro que, ante el atentado de las Torres Gemelas, dijo: 'Se lo habían buscado'. Esta es pura bazofia progre. En Inglaterra fue distinto. La idea era, 'no os va a salir gratis'. Nada de buenismo, nada de complejos. No pondremos la rodilla en tierra.
Este penúltimo ejemplo de Redeker en Francia es una muestra más de varios síntomas. Miedo, cobardía, egoismo, ausencia de principios, relativismo y hedonismo. Los enemigos lo saben. Por eso atacan. Saben, además, que hay 'enemigos interiores'. Se trata del rojerío que odia a Occidente y que está dispuesto a justificar la violencia (o incluso apoyarla) dada la 'sistemática opresión del capitalismo'.
Este penoso ejemplo francés lo tenemos, también, en España con ETA. Esta banda terrorista ha crecido, como bola de nieve, por la cobardía de los políticos, en primer lugar. En segundo lugar, por la 'comprensión' de muchos intelectuales y medios de difusión. En tercer lugar, por la cobardía de la ciudadanía (en general), ya que hay honrosísimas excepciones. De ahí que todo grupo radical minoritario vea crecer su importancia si la respuesta es la 'comprensión', la cesión, la negociación o el entreguismo.
Actitudes propias de una sociedad enferma. No son virtudes democráticas las que han dejado solo a este escritor. Salvando las distancias que haya que salvar, la película 'Solo ante el peligro', muestra la miseria moral de un pueblo en circunstancias difíciles. Pero no todo el mundo responde siempre del mismo modo. En el Pais Vasco, sin ir más lejos, tenemos abundantes ejemplos de personas excepcionales y ejemplares. Con las que siempre estaremos en deuda. Al menos yo.
Sebastián Urbina.
Este es solamente un síntoma, muy preocupante, de una grave enfermedad. Europa, en general, ya que debemos hacer las honrosas excepciones como Dinamarca, es una sociedad o un conjunto de sociedades en las que junto a grandezas, conviven miserias. Como todo el mundo, se dirá. Sí, como todo el mundo, pero el problema está en el tipo de miserias.
Cuando decimos que 'no somos perfectos', no decimos nada de interés. Se trata de una obviedad nada o muy poco informativa. Cuando buscamos la amistad de alguien, por ejemplo, sabemos que no es perfecto. Como nosotros mismos. Pero ya contamos que 'el otro' tenga defectos. Lo que sucede es que esperamos de un amigo que no tenga ciertos defectos. Algunos defectos le harían inservible como amigo, si hablamos de personas decentes.
Algo parecido sucede con el hecho que estamos comentando. La gravedad de la situación no está en que la sociedad (o conjunto de sociedades) europea tenga defectos sino que tenga algunos de especial gravedad. No diré que sea exclusivos de Europa. Probablemente son propios del género humano pero la intensidad con la que se manifiestan no son iguales en todos los ámbitos. Ya he dicho, en alguna ocasión, que incluso dentro de Europa hay diferencias significativas. Por ejemplo, con motivo de los atentados terroristas en Madrid y Londres.
El miedo, el entreguismo, fueron bastantes claros en España. Nada extraño en una sociedad desmoralizada que parece no saber quién es, ni adónde va. Inglaterra (es decir, la gente en general), a pesar de sus defectos, tuvo una reacción más digna. Ni en la prensa ni en los comunicados oficiales se respiraba la idea de que 'algo habremos hecho'. Como la diputada de Izquierda Unida, ángeles Maestro que, ante el atentado de las Torres Gemelas, dijo: 'Se lo habían buscado'. Esta es pura bazofia progre. En Inglaterra fue distinto. La idea era, 'no os va a salir gratis'. Nada de buenismo, nada de complejos. No pondremos la rodilla en tierra.
Este penúltimo ejemplo de Redeker en Francia es una muestra más de varios síntomas. Miedo, cobardía, egoismo, ausencia de principios, relativismo y hedonismo. Los enemigos lo saben. Por eso atacan. Saben, además, que hay 'enemigos interiores'. Se trata del rojerío que odia a Occidente y que está dispuesto a justificar la violencia (o incluso apoyarla) dada la 'sistemática opresión del capitalismo'.
Este penoso ejemplo francés lo tenemos, también, en España con ETA. Esta banda terrorista ha crecido, como bola de nieve, por la cobardía de los políticos, en primer lugar. En segundo lugar, por la 'comprensión' de muchos intelectuales y medios de difusión. En tercer lugar, por la cobardía de la ciudadanía (en general), ya que hay honrosísimas excepciones. De ahí que todo grupo radical minoritario vea crecer su importancia si la respuesta es la 'comprensión', la cesión, la negociación o el entreguismo.
Actitudes propias de una sociedad enferma. No son virtudes democráticas las que han dejado solo a este escritor. Salvando las distancias que haya que salvar, la película 'Solo ante el peligro', muestra la miseria moral de un pueblo en circunstancias difíciles. Pero no todo el mundo responde siempre del mismo modo. En el Pais Vasco, sin ir más lejos, tenemos abundantes ejemplos de personas excepcionales y ejemplares. Con las que siempre estaremos en deuda. Al menos yo.
Sebastián Urbina.
3 comentarios:
Vaya manera de mezclar las cosas para decir al final que la izquierda y el gobierno tienen la culpa de todos los males de este país.
Si ETA existe es, en principio, por culpa de un tal Franco. Despues ha sido perseguida por todos los gobiernos democráticos por igual, y se han ido deteniendo a terroristas y desarticulando las sucesivas cúpulas.
Si algo da asco es la utilización política que ha hecho el PP de las víctimas de ETA a través de la AVT.
“Vaya manera de mezclar las cosas”. Así empieza el post anónimo anterior. Lo creo.
Según este comentario, Eta existe, en principio, por culpa de Franco. Más de 30 años después sin Franco, Eta continúa matando. A lo mejor es que, también en principio, Eta existe por algo más que por Franco y no lo queremos ver.
No todos los gobiernos han perseguido a Eta por igual. Ni con la misma intensidad (la reacción ante el atentado de la T4 pertenece a Zapatero en exclusiva) ni con los mismos instrumentos (GAL). Algunos gobiernos tienen más firmeza policial, judicial y política ante el terrorismo que otros.
“Si algo da asco es la utilización que ha hecho el PP de las víctimas de ETA a través de la AVT”. Además de ser una afirmación que es gratuita si no va acompañada de razonamiento o hechos, creo que hay otras cuestiones que nos deberían preocupar a todos: el incumplimiento del presidente del Gobierno de los puntos que él mismo marcó en el Parlamento para iniciar conversaciones con el aparato político de Eta, la negociación real y continuada con terroristas sin abandono de la violencia, la proposición de objetivos políticos a ETA como instituciones comunes entre Navarra y País Vasco, la libertad de De Juana Chaos, la sumisión de la justicia al interés político coyuntural, el reconocimiento en una entrevista a El Mundo de que el presidente del Gobierno mintió a los ciudadanos tras el atentado de la T4...
Efectivamente demasiadas cosas dan asco.
Iván C.
Estoy de acuerdo con Iván. Es bueno que haya gente joven, como usted, que tenga capacidad de análisis y no se canse de repetir estas cosas.
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