viernes, 13 de junio de 2008

EL ABANDONO IDEOLÓGICO DE LA DERECHA.


12/6/2008.


EL ABANDONO IDEOLÓGICO DE LA DERECHA.

Recensión de Oscar Elía. Del libro Falacias de la izquierda, silencios de la derecha, de Pío Moa. Libros Libres. Madrid, 2008)
Es ya conocida la tormenta desatada en los últimos años por Pío Moa. En sus anteriores obras, Los orígenes de la guerra civil o Los años de hierro, discute mitos, desmonta inexactitudes, combate mentalidades históricas. Lo que lleva a una primera conclusión: A los historiadores tocaría juzgar el trabajo de uno de los suyos; a la orgullosa izquierda intelectual, discutirlos, debatirlos, rebatirlos. De ninguna otra manera ocurre en una sociedad abierta.
Enfermizamente no es así. Lo que caracteriza a la España de 2008 es que la izquierda propone cada vez con más fuerza censurar y encarcelar a quienes disienten de su visión del mundo, del hombre y de la historia. Y Pío Moa encabeza la lista. Paradójicamente, los intentos por encerrar a Moa dan la razón a éste cuando recuerda la historia de asaltos, golpes de estado, crímenes y hechos antidemocráticos, golpistas, y chequistas del progresismo español. Cuando la izquierda española responde a la opinión mediante la amenaza de cárcel, entonces es que las opiniones de Moa ni eran tan extremas ni estaban tan desencaminadas.
¿Qué dice o escribe que indigna a la izquierda? Es bien sabido. Que la izquierda de los años treinta no sólo no quiso la democracia, sino que la persiguió concienzudamente: “Casi toda la historiografía desde los años 30 se construye sobre una falsedad clamorosa a poco que se repare en ella: la de que un bando de la república y la guerra, compuesto de marxistas radicales, anarquistas, estalinistas, racistas y golpistas, representaban a la república, a la que en realidad destruyeron, y a la democracia y las libertades, cuyos máximos enemigos fueron desde principio de siglo” (p.66).
Lo cierto, defiende Moa, es que la izquierda española no sólo no respetó la legalidad republicana sino que se dedicó con ahínco a destruirla para sustituirla por una dictadura colectivista: “Ninguno de ellos defendió jamás los valores democráticos, sino precisa y exactamente lo contrario” (p.69). El autor identifica los tres rasgos subyacentes a la memoria histórica; En cuanto a la república en sí, la identificación entre democracia y Frente Popular, cuando éste fue precisamente la negación de un régimen de libertades.
En cuanto a las víctimas, la equiparación de las víctimas inocentes del franquismo con los chekistas y torturadores, socialistas, comunistas y anarquistas que cayeron a la vez pero no junto a ellos. Intelectual y socialmente, el establecimiento, vía ley, de una versión única y obligada sobre el pasado. Y en cuarto lugar, en relación con esto último, la construcción de una base ideológica sobre la que se sustenta la política actual del Gobierno de Rodríguez Zapatero.
Y este último es precisamente el punto donde la labor del Pío Moa historiador de los años treinta da el paso adelante que interesa aquí. Los debates historiográficos sobre la guerra civil no interesarían más que a historiadores si no fuese porque una determinada visión de la guerra de 1936 es el fundamento de la política gubernamental de la España de 2008. Y no afecta sólo al progresismo español, sino a la propia derecha.
Lo que realmente llama la atención del libro de Moa es su segunda parte; “silencios y escrúpulos de la derecha”. No sólo por superar una crítica que empieza a ser lugar común (la derecha no libra la batalla de las ideas, camina a remolque de la izquierda, se siente moralmente inferior al progresismo), sino por el hecho de que, a mi juicio, en el mundo de la cultura liberal-conservadora, es el único que por ahora se ha decidido a dar un paso adelante. Desde su peculiar estilo, aborda los temas fundamentales que dan a la izquierda la primacía moral y cultural en España. Actitud que constituye motivo suficiente para destacar este libro.
Lo cierto es que la derecha, hasta ahora, jamás ha discutido a la izquierda sus principales ideas; en lo referente a la familia, a la educación, a la religión, a la historia, a la moral, el mundo liberal-conservador español sigue a la defensiva, fragmentado y sumido en complejos. Por doquier, en columnas, tertulias y libros la derecha habla de disputa con la izquierda; las más de las veces, sus aguerridos ponentes desertan a la menor ocasión. Bajo el paraguas de la supuesta neutralidad y el individualismo moral, el mundo liberal-conservador aún no ha afrontado este problema. Y le está costando caro.(fragmentos de la recensión).

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La mayoría debe movilizarse
Baleares Liberal (Enviado por: LlibertadXBaléàs) , 14/06/08, 00:50 h
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OPINIÓN: "Queda claro que, habiendo como hay sendos gobiernos nacionalistas y pancatalanistas tanto en Cataluña como en Baleares (además del gobierno colaboracionista de Valencia y de la incompetencia de los dos partidos nacionales, PP y PSOE)..."

...la preponderancia de los colectivos fundamentalistas es mucho más fuerte y mejor organizada que el sector de la ciudadanía demócrata.



Tanto en Valencia como en Baleares, la mayoría de los ciudadanos está a favor de la libertad y la democracia; también está a favor de la coexistencia pacífica del idioma español como lengua nacional, junto con las lenguas regionales, valenciano en Valencia y balear en Baleares, aunque éstos dos últimos idiomas, histórica, filológica y sociolingüísticamente diferenciados de la lengua catalana, han sido oficialmente absorbidos por ésta, como medida estratégica esencial para el proyecto político antidemocrático y separatista de los “países catalanes”.



En la sociedad, agrupaciones fascistas –a menudo disfrazadas de movimientos de izquierda–, excelentemente financiadas gracias a generosas subvenciones, muestran una cohesión y una coordinación extraordinarias en su lucha por la limpieza étnico-lingüística y el imperialismo pancatalanista.



La filosofía y sobre todo el comportamiento de estos grupos muestra una fusión perfecta de estalinismo y fascismo, constituyendo así un frente totalitario horriblemente devastador.



Sin embargo, la mayoría de la sociedad civil, la mayoría de los ciudadanos, la mayoría democrática, se limita a vivir una callada indignación, un silencio resignado.



Pero eso debe acabar.



La ciudadanía demócrata debe movilizarse, debe romper su silencio, debe alzar su voz, debe hacer valer sus derechos, sus libertades. Debe hacerlo, puede hacerlo y lo hará.


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1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues si, una callada indignación y un silencio resignado.

Y más: muchas ganas de hacer algo, y la preocupación de no saber qué ni cómo.

¿ Y cuando haya elecciones? Eliminados PSOE y PP, ¿a quien votamos? Rosa Díez tiene muchas cosas buenas...y otras por las que nunca pasaré, entre ellas el aborto, el asesinato más cobarde de todos.

¿ Y si no votas? Pues peor, y si votas ¿a quién?

Estamos indignados, y desconcertados. ... A ver si aparece alguien...