viernes, 20 de junio de 2008


20/6/2008.

(Por su interés reproduzco la casi totalidad del artículo)

GEES. En la España actual, se trata de una derecha colaboracionista ante el cambio de régimen de Zapatero.

Frente a ambos se sitúa en España el liberal-conservadurismo contemporáneo. Frente a la izquierda, porque niega que exista el progresismo histórico, y lo discute en todos los frentes culturales o mediáticos. Frente a la derecha autoritaria, porque niega el progresismo que ésta ya ha aceptado, su actitud derrotista y entregada, su incapacidad para construir alternativas y su obsesión por controlar la sociedad civil. La independencia de ésta, la capacidad de articularse al margen del poder político, irrita sobremanera a este tipo de derecha.

En España hoy, el mundo liberal-conservador les parece a los dos una aberración. Para la izquierda, porque le disputa ideas, le quita lectores, oyentes, votantes. Para la derecha nostálgica, porque frente a su incapacidad política y teórica muestra una vitalidad y una capacidad de acción que ésta considera intolerable e incontrolable. A ambas, la efervescencia liberal-conservadora actual, en radios, blogs, periódicos digitales, think-tanks o asociaciones y agrupaciones de todo tipo, les violenta, les irrita, les molesta y les crispa. Por su propia naturaleza intervencionista, ven con sospecha todo ello, que se les aparece como subversivo y peligroso.

Este es el origen de la "crispación" y de la ofensiva contra el mundo cultural y mediático liberal. El juicio y posterior condena a Jiménez Losantos han sido el punto culminante de una ofensiva liberticida inaudita. Durante meses, los medios de la izquierda han ido situando al locutor y fundador de Libertad Digital en el punto de mira de todas sus baterías. Da igual que se tratara de espacios de humor que de portadas de revista, de editoriales que de tertulias, de radio que de televisión o prensa. La campaña pasada y presente contra él ha sido brutal, salvaje, descarnada. A efectos históricos, es la misma campaña que la izquierda desata periódicamente contra todo aquel que pone en peligro su preeminencia social y cultural. En España, cuando alguien en la derecha saca la cabeza, la izquierda se dispone a cortársela. Hoy, sólo Jose María Aznar suscita en la izquierda mayor obsesión liberticida que Jiménez Losantos.

Cumpliendo su papel de compañera de viaje, la derecha colaboracionista se encontró la campaña de agitación izquierdista hecha, y sólo tuvo que adaptarse a ella y culminarla. Se unió a la izquierda contra de la derecha liberal. Que haya sido desde el Partido Popular desde donde se haya hecho el trabajo sucio a la izquierda muestra el peligro real de involución política en este partido, de abandono de principios y actitudes que para un liberal son irrenunciables. En 1996, el Partido Popular presentó un proyecto alternativo al del progresismo, que le acusó de crispación, de poner en peligro la democracia y de usar el insulto como arma política. Ya entonces, la derecha autoritaria compartió este discurso. Pero no fue ganándose la simpatía de la izquierda de los GAL y la corrupción como se ganó entonces, y no será agradando a la izquierda de Zerolo, del Tinell y del pacto etarra como se ganará en 2012. Y mucho menos dejándose llevar por la derecha colaboracionista y autoritaria que sospecha del liberalismo tanto como la izquierda, y que se convierte en el solícito brazo ejecutor contra una sociedad civil liberal-conservadora que está y estará en el punto de mira de la censura izquierdista durante los próximos años.


En mi opinión, frente a los dos posicionamientos clásicos, la izquierda (el actual pesoe) y la derecha (el actual PP) aparece, de forma más o menos organizada, un pensamiento liberal, con diversos matices, que no se acopla en ninguna de las dos posiciones mencionadas antes.


Frente a la izquierda (con las excepciones de rigor), porque no acepta el intenso y extenso intervencionismo estatal que caracteriza a los planteamientos 'progresistas', que devienen en una disminución de la autonomía personal y de la autonomía de la sociedad civil. Al margen de los negativos efectos que los dispendios económicos (los que acompañan al intervencionismo) suelen tener para la buena marcha de la economía.

Frente a la derecha, porque no acepta la renuncia a la defensa pública de sus principios, no acepta la renuncia al debate ideológico que caracteriza a la derecha española. Con el resultado de todos conocido, el complejo ideológico del PP frente a la izquierda. La acomodación a los eslóganes y las modas de la izquierda. El mirar de reojo a ver si no ven mal lo que digo, no sea cosa que me llamen 'facha'.


El partido que pierde la batalla de las ideas y la batalla del lenguaje, lo tiene muy mal. Que es lo que le pasa a la derecha española, aparte de la nefasta e injusta ley electoral que tenemos. Malas perspectivas, a menos que los socialistas nos lleven al desastre, como ya sucedió con Felipe González y el Ministro de Economía, Solbes. La actual derecha española no 'asusta' a la actual izquierda, políticamente hablando. Al contrario, está 'asustada' por ella. Bien es cierto que el rojerío mediático es, de forma abrumadora, progre y, por ello, anti-PP. Pero con esto hay que lidiar. Y para este viaje no bastará que Rajoy diga que está situado en el 'centro reformista'. Que, encima, es una actitud y no una ideología. Eso nos dice Don Mariano.


Sebastián Urbina.

No hay comentarios: