'El discurso del odio', por André Gluckmann. (Forun Libertas. Antonio R. Peña)
¿Qué une hoy al nacionalismo, el antisemitismo, el islamismo, el anti-occidentalismo y el materialismo? Para Gluckmann es, en definitiva, el narcisismo y el odio.
Con la caída del Muro de Berlín muchos pensaron que Occidente ya no tenía enemigos y que se abría un nuevo camino para la humanidad donde los valores occidentales no encontrarían obstáculos para extenderse. De ahí que algunos incluso se atreviesen a calificar a este nuevo camino como El Fin de la Historia sin atender a múltiples sucesos que estaban sucediendo en diversas partes del mundo.
Durante la década de 1990 la izquierda europea trataba de recomponerse de la derrota “pacífica” del sistema criminal que desde 1945 venía esclavizando a media Europa.
Los nuevos banderines de enganche de la izquierda fueron el tradicional anti-americanismo y la resistencia mental a aceptar la libertad individual (política, económica, cultural) como base de la democracia. Paralelamente la guerra se extendía por Iliria retornando a Europa los campos de concentración-extermino. En la antigua Mesopotamia el criminal Sadam Husein invadía Kuwait y desataba una guerra regional.
Durante la década de 1990 la izquierda europea trataba de recomponerse de la derrota “pacífica” del sistema criminal que desde 1945 venía esclavizando a media Europa.
Los nuevos banderines de enganche de la izquierda fueron el tradicional anti-americanismo y la resistencia mental a aceptar la libertad individual (política, económica, cultural) como base de la democracia. Paralelamente la guerra se extendía por Iliria retornando a Europa los campos de concentración-extermino. En la antigua Mesopotamia el criminal Sadam Husein invadía Kuwait y desataba una guerra regional.
Entre tanto, en Afganistán los talibanes se hacían con el control del país y lo convertían en base mundial para la extensión del islamismo. Desde aquí Al Qaeda planificó y organizó la actual Yihad contra Occidente, que sufría los primeros ataques islamistas. En países de África, como Ruanda, se incitaba al genocidio. En Palestina, Arafat iniciaba contra Israel una nueva forma de guerra (intifadas). Estos casos citados son sólo una pequeña muestra del camino real por el que discurría la Historia mientras Occidente se ensimismaba mirándose al ombligo
¿Qué une a todos estos casos entre sí?: en opinión de Glucksmann, el nacionalismo, el antisemitismo, el islamismo, el anti-occidentalismo, el materialismo. En definitiva, narcisismo y odio. Odio en general y odio en particular. Odio a los valores occidentales que están enraizados en el judeo-cristianismo: moral, libertad, razón, responsabilidad y el valor trascendente y eminentemente moral de cada una de las personas. Estos son los principios que dan sustento a Occidente y hoy constituyen la base de toda sociedad libre y democrática.
Glucksmann ya trató algunas de estas cuestiones en Occidente contra Occidente, pero en su Discurso del Odio se dirige directamente hacia la raíz de todo ello: el Odio. Como el sentimiento de dolor, tristeza, alegría o amor, el Odio es parte del ser humano. Pero es algo más que un simple sentimiento. El Odio es, nos comenta el autor, “terco y brutal”, pretende “igualarse a Dios y “decidir sobre el Alfa y Omega”, “se cree que puede permitírselo todo”.
El Odio tiene su propio discurso que se hace tangible mediante excusas como el anti-semitismo, anti-americanismo, anti-occidentalismo, islamismo o nacionalismo, y se expande mediante la propaganda de una renovada cultura nihilista que aspira a ser fundamento para una pretendida Nueva Era. Esta es la línea argumental de Glucksmann, con la cual estoy de muy acuerdo.
¿Qué es el nihilismo? Una doctrina filosófica que hunde sus raíces en el materialismo y el relativismo negando la existencia de cualquier creencia o realidad substancial y trascendente, incluido el ser humano. De tal manera, todo tiene el mismo valor y por lo tanto nada vale y Todo acaba siendo Nada. Así, para crear algo es necesario acabar con la Nada, destruirla. Aquí podemos encontrar los basamentos del terrorismo.
Llegados a este punto acierta Glucksmann al afirmar que el terrorismo no tiene fronteras morales, territoriales ni ideológicas y que descansa en la convicción del terrorista de que se lo puede permitir todo. La única causa que anima al terrorismo es el Odio porque el terrorista cree que mediante el Odio puede hacer acciones que lleven a destruir la Nada y a crear una realidad. Por lo tanto el terrorista acaba convencido de que está haciendo algo bueno y que para ello es necesario provocar el sufrimiento individual y colectivo sin escrúpulos ni remordimientos. El problema de Occidente y de los occidentales es que no hemos entendido esto.
Glucksmann insiste en que los occidentales cometemos el error de utilizar políticamente el terrorismo, y a los terroristas y sus acciones. En mi opinión esto es especialmente cierto en el caso de la izquierda europea porque en ella subsiste una mentalidad empapada de vetusto marxismo que les impone una lectura de la realidad, de la actualidad y la Historia en clave de lucha mundial entre ricos y pobres. Y no han renunciado a este marxismo sino que pretenden renovarlo y modernizarlo.
Es por ello que la izquierda europea insiste en que detrás del terrorismo hay unas causas de “injusticia universal”. Así se entiende que Rodríguez Zapatero publicase un artículo en Financial Times en el cual excusó a los autores de Las Matanzas -11M y 7J- eximiéndoles de la culpa porque ésta, supuestamente, recae en un Mar de Injusticia Universal. Y ¿quién provoca este mar de Injusticia Universal? Occidente y sus valores, engendros del Mal.
¿Qué une a todos estos casos entre sí?: en opinión de Glucksmann, el nacionalismo, el antisemitismo, el islamismo, el anti-occidentalismo, el materialismo. En definitiva, narcisismo y odio. Odio en general y odio en particular. Odio a los valores occidentales que están enraizados en el judeo-cristianismo: moral, libertad, razón, responsabilidad y el valor trascendente y eminentemente moral de cada una de las personas. Estos son los principios que dan sustento a Occidente y hoy constituyen la base de toda sociedad libre y democrática.
Glucksmann ya trató algunas de estas cuestiones en Occidente contra Occidente, pero en su Discurso del Odio se dirige directamente hacia la raíz de todo ello: el Odio. Como el sentimiento de dolor, tristeza, alegría o amor, el Odio es parte del ser humano. Pero es algo más que un simple sentimiento. El Odio es, nos comenta el autor, “terco y brutal”, pretende “igualarse a Dios y “decidir sobre el Alfa y Omega”, “se cree que puede permitírselo todo”.
El Odio tiene su propio discurso que se hace tangible mediante excusas como el anti-semitismo, anti-americanismo, anti-occidentalismo, islamismo o nacionalismo, y se expande mediante la propaganda de una renovada cultura nihilista que aspira a ser fundamento para una pretendida Nueva Era. Esta es la línea argumental de Glucksmann, con la cual estoy de muy acuerdo.
¿Qué es el nihilismo? Una doctrina filosófica que hunde sus raíces en el materialismo y el relativismo negando la existencia de cualquier creencia o realidad substancial y trascendente, incluido el ser humano. De tal manera, todo tiene el mismo valor y por lo tanto nada vale y Todo acaba siendo Nada. Así, para crear algo es necesario acabar con la Nada, destruirla. Aquí podemos encontrar los basamentos del terrorismo.
Llegados a este punto acierta Glucksmann al afirmar que el terrorismo no tiene fronteras morales, territoriales ni ideológicas y que descansa en la convicción del terrorista de que se lo puede permitir todo. La única causa que anima al terrorismo es el Odio porque el terrorista cree que mediante el Odio puede hacer acciones que lleven a destruir la Nada y a crear una realidad. Por lo tanto el terrorista acaba convencido de que está haciendo algo bueno y que para ello es necesario provocar el sufrimiento individual y colectivo sin escrúpulos ni remordimientos. El problema de Occidente y de los occidentales es que no hemos entendido esto.
Glucksmann insiste en que los occidentales cometemos el error de utilizar políticamente el terrorismo, y a los terroristas y sus acciones. En mi opinión esto es especialmente cierto en el caso de la izquierda europea porque en ella subsiste una mentalidad empapada de vetusto marxismo que les impone una lectura de la realidad, de la actualidad y la Historia en clave de lucha mundial entre ricos y pobres. Y no han renunciado a este marxismo sino que pretenden renovarlo y modernizarlo.
Es por ello que la izquierda europea insiste en que detrás del terrorismo hay unas causas de “injusticia universal”. Así se entiende que Rodríguez Zapatero publicase un artículo en Financial Times en el cual excusó a los autores de Las Matanzas -11M y 7J- eximiéndoles de la culpa porque ésta, supuestamente, recae en un Mar de Injusticia Universal. Y ¿quién provoca este mar de Injusticia Universal? Occidente y sus valores, engendros del Mal.
Por lo tanto para la izquierda europea lo mejor que puede hacer Occidente es renunciar a sus valores, renunciar a sí mismo, adoptar y asumir los valores de aquellos que le atacan con el terrorismo y -claro está- retornar al socialismo. Esto es lo que autoriza la idea y el mensaje de "paz universal", "alianza de civilizaciones" y coalición con los enemigos de Occidente.
Las consecuencias de esta forma de pensar convierten a las víctimas del terrorismo en culpables. Nosotros, en España, estamos desgraciadamente acostumbrados a escuchar la fatídica frase amparadora del crimen: “algo habrá hecho” la víctima para ser víctima. Esto significa, sencillamente, la carencia absoluta de moral y unión psicológica con el crimen y los criminales, con sus conductas y acciones y con las consecuencias de todo ello.
Las consecuencias de esta forma de pensar convierten a las víctimas del terrorismo en culpables. Nosotros, en España, estamos desgraciadamente acostumbrados a escuchar la fatídica frase amparadora del crimen: “algo habrá hecho” la víctima para ser víctima. Esto significa, sencillamente, la carencia absoluta de moral y unión psicológica con el crimen y los criminales, con sus conductas y acciones y con las consecuencias de todo ello.
Los que así piensan son también parte del crimen ya porque amparan, ya porque protegen, ya porque entienden o comprenden o justifican, ya porque callan, ya porque miran hacia otra parte. Con esta forma de pensar, sencillamente, se ensancha el camino del Odio y sus consecuencias.
Odio, nuevo dios del sufrimiento que no salva ni redime porque ya no hay nada que salvar y redimir, por lo tanto está más allá del Bien y del Mal y nadie tiene derecho a juzgarle sólo a sufrirle y, como dice Glucksmann, a adorarle.
¿Qué se puede hacer para combatir el Odio? Leo las últimas líneas de este magnifico libro de Glucksmann: “¿sentiría yo odio hacia el odio? Ni una pizca […] la gente honesta, los religiosos sinceros […] no necesitan odiar el odio para combatir su locura asesina y sonreír con su ridículo”.
Como católico debo destacar que el Odio no redime, el sufrimiento no redime, el consumismo y el materialismo no redimen, las ideologías no redimen, la “diosa Razón” no redime, la cultura no redime. Muchos de los terroristas y sus impulsores no son precisamente pobres sino que provienen de estamentos altos, cultos e incluso pertenecen a las elites dirigentes de sus países de origen. Los hay que han nacido, se han criado y educado en Occidente y dentro de capas sociales bien prósperas. Sólo Dios, a través de Cristo, redime y salva con el Perdón. Y no hay nada más contrario a Dios y al Perdón que el Odio y sus consecuencias.
Odio, nuevo dios del sufrimiento que no salva ni redime porque ya no hay nada que salvar y redimir, por lo tanto está más allá del Bien y del Mal y nadie tiene derecho a juzgarle sólo a sufrirle y, como dice Glucksmann, a adorarle.
¿Qué se puede hacer para combatir el Odio? Leo las últimas líneas de este magnifico libro de Glucksmann: “¿sentiría yo odio hacia el odio? Ni una pizca […] la gente honesta, los religiosos sinceros […] no necesitan odiar el odio para combatir su locura asesina y sonreír con su ridículo”.
Como católico debo destacar que el Odio no redime, el sufrimiento no redime, el consumismo y el materialismo no redimen, las ideologías no redimen, la “diosa Razón” no redime, la cultura no redime. Muchos de los terroristas y sus impulsores no son precisamente pobres sino que provienen de estamentos altos, cultos e incluso pertenecen a las elites dirigentes de sus países de origen. Los hay que han nacido, se han criado y educado en Occidente y dentro de capas sociales bien prósperas. Sólo Dios, a través de Cristo, redime y salva con el Perdón. Y no hay nada más contrario a Dios y al Perdón que el Odio y sus consecuencias.
El discurso del odio
André Glucksmann
Taurus
268 págs.
19,00 €
XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX
Espero que le ayude a entender lo que pasa.....
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La presión a los jueces del Supremo se ha recrudecido con las marchas de este sábado. Bajo el pretexto de apoyar a Garzón en su enjuiciamiento al franquismo, y obviando las verdaderas causas del proceso, se han oído gritos contra el PP y, de nuevo, proclamas guerracivilistas y antidemocráticas. (LD)
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GRITOS CONTRA EL PP
Sacristán, Zerolo y Cayo Lara capitanean la marcha por Garzón y contra el TS
La manifestación pro Garzón en Madrid ya está en marcha. Artistas que ya se han dejado ver en esta nueva causa y políticos del PSOE e IU encabezan la marcha. Abundan los carteles contra el PP e incluso se han oído gritos contra Aguirre. (LD)
XXXXXXXXXXXLLAMAN "FASCISTA" AL PP Y PIDEN SU ILEGALIZACIÓN
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