domingo, 25 de abril de 2010

Bjorn Lomborg












Bjørn Lomborg
Autor de El ecologista escéptico

"En Occidente, el ecologismo es un sustituto de la religión"
A sus 38 años, Lomborg es director del Instituto de Valoración Medioambiental de Dinamarca y profesor
de Estadística. Pero se ha hecho famoso por la publicación de su polémico libro El ecologista escéptico,
en el que asegura que las organizaciones verdes ofrecen un panorama falso de la situación del mundo y
que, en realidad, el planeta está cada vez más sano. Ahora habla por primera vez para un medio español
cuando está a punto de salir en nuestro país la versión en castellano de su obra, publicada por Espasa.
Entonces, usted cree que el mundo va la mar de bien... que el medio ambiente no debería ser una fuente
de preocupaciones?
– No, no. Ni mucho menos. Por supuesto soy consciente de que hay problemas ambientales. Pero estoy
convencido de que, en la mayoría de ellos, hemos avanzado espectacularmente. Hoy, el mundo va a
mejor, no a peor. Los recursos energéticos no se están agotando, la pobreza y el hambre declinan, la
polución atmosférica disminuye. Justo lo contrario de lo que dicen los ecologistas.
– Y por eso ha escrito usted este libro...
– En realidad, el objetivo del libro no fue otro que poner en orden mis ideas y ofrecer una visión fresca de
las cuestiones ambientales, libre de prejuicios previos. Quise realizar algunos cálculos, utilizar tantos
datos como fuera posible, introducirlos en la coctelera del problema ecológico y ver qué pasaba.
–¿ Y qué pasó?
– Pues que he descubierto una nueva forma de afrontar la cuestión medioambiental. Obviamente, cuando
uno pregunta a un científico de cualquier área relacionada con el medio ambiente, le responderá que su
especialidad se enfrenta a un montón de terribles problemas, que se necesita mucha más investigación y,
por supuesto, más fondos.
Pero es necesario que alguien haga un trabajo previo y objetivo de priorización: que se investigue si el
problema en concreto que estudia ese científico es algo que de verdad debe preocupar a los ciudadanos,
que jerarquice la importancia de unos y de otros trabajos y que posponga los que pueden esperar.
Ese fue mi objetivo. Intentar dar la vuelta a las cosas y decidir cuáles eran más importantes y cuáles
menos.
–¿ Y pi ensa usted que esa tarea se puede hacer basándose en la estadística y en el cálculo económico?
¿No es la naturaleza un sistema demasiado complejo como para reducirlo a simples números?
– Sin duda lo es. Mi libro es sólo una aportación desde el punto de vista de la estadística, pero ofrece una
visión global del problema y, por primera vez, relaciona entre sí diferentes áreas de la ecología que antes
se estudiaban por separado. Creo sinceramente que la ciencia necesitaba con urgencia que alguien
hiciera esto, que alguien se preguntara: ¿son el cambio climático, la extinción de especies o el efecto
invernadero realmente importantes? ¿Son más importantes que otros problemas como el hambre o el
desempleo? ¿Cuánto nos va a costar tratar de atajarlos? Es evidente que hay cientos de científicos
trabajando en docenas de áreas y cada uno se cree que su problema es prioritario. Pero nadie, ni
Escéptico por naturaleza
Bjørn Lomborg cree que en las ciencias ambientales no se suele practicar el escepticismo. Por eso
su libro se subtitula Midiendo el estado real del mundo, en clara alusión a los informes sobre El
estado del mundo publicados por el Worldwatch Institute desde 1984.
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http://www.muyinteresante.es/canales/muy_act/entrevi/entrevis45/entrevis.htm 14/01/2007
siquiera en el seno de instituciones políticas que tienen que decidir en qué se invierten nuestros
recursos, ha realizado un trabajo de priorización basado en datos objetivos.
–¿ No lo hacen los ecologistas?
– Si te fías de los mensajes ecologistas, todos los problemas son prioritarios, todos son igual de graves,
son catástrofes potenciales. Pero su discurso no es más que una letanía sin fundamento cient ífico real.
– Usted fue miembro activo de Greenpeace. ¿Solía repetir a menudo esa letan ía?
– Por supuesto, es increíble cómo puedes llegar a ser partícipe de ese tipo de campañas. Yo colaboraba
con la revista interna, llevaba mis insignias en la solapa y mi casa estaba llena de pósters con eslóganes
catastrofistas. Pertenecer a estas asociaciones se parece más a un estado mental que a una opción
consciente. En parte, defender los postulados ecologistas es una obligación moral si perteneces a un
determinado grupo de gente: comprometido, más bien de izquierdas, joven...
Lo que he querido demostrar es que es necesario que el debate sobre el medio ambiente se realice
sobre bases científicas y no sea una especie de opción ideológica apriorística.
– Sin embargo, ahora su libro es esgrimido como
argumento por grupos políticos de derechas, por
partidos liberales... ¿No ha caído en el mismo
error pero de signo contrario?
– Sí, es un riesgo con el que cuento. Pero es un
riesgo que parte de un error original. Las
organizaciones ecologistas hicieron del estado
del mundo una propuesta ideológica. Un político
de izquierdas y un ecologista activo se ven
obligados a decir “creemos que el mundo va a
peor”. ¿Pero qué pasa si con los datos en la
mano les demostramos que eso, sencillamente,
no es verdad?
Por otro lado, las organizaciones ecologistas
llevan años utilizando los datos científicos
también a su antojo. Cada vez que un
investigador lanza algún dato nuevo sobre el
aumento de las temperaturas, sabe que se
arriesga a que Greenpeace lo utilice para
advertirnos: “Todos vamos a morir abrasados ”.
– Los ecologistas han lapidado su libro...
– Era de esperar.
– Lo que no era de esperar es que también
algunos científicos lo hayan hecho. (Lomborg ha
recibido críticas feroces en revistas como
Scientific American y se enfrenta a un pleito ante el Comité de Deshonestidad Científica de Dinamarca).
– Eso demuestra hasta qué punto el influjo del ecologismo ha calado profundamente en muchas
conciencias. El ecologismo se ha convertido en Occidente en un sustituto de la religión. Supone tomar
partido moral por el bando de los chicos buenos. Se dice: “Yo me preocupo por el medio, yo estoy a
favor de que se cumplan los tratados de Kyoto, entonces yo soy un buen chico”. Cuando alguien se
planta en frente y alega: “Sí pero quizás no sea ése el mejor modo de hacerlo, quizás nos estemos
Qué opina de...
Superpoblación “ El número de habitantes en el planeta
no es un problema para el desarrollo. Las ciudades más
densamente pobladas están, precisamente en el mundo
rico. Dinamarca, con toda su prosperidad, tiene una
densidad de población mayor que Indonesia.”
Contaminación del mar “Los océanos son tan
extremadamente grandes que nuestras posibilidades de
impacto sobre ellos son ridículas. El mar abierto está
todavía muy limpio. La causa de contaminación por
petróleo más importante no son los vertidos accidentales
sino las pérdidas naturales de petróleo desde las reservas
submarinas que están sin explotar”.
Biodiversidad “Es completamente falso que, como dicen los ecologistas, desaparezcan 40.000
especies cada año. En realidad, el 95 por 100 de todas las especies que han existido en el
planeta se han extinguido de manera espontánea. Los mejores datos con los que contamos se
refieren a mamíferos y aves. En los últimos 150 años, el ritmo de extinción de estas especies ha
pasado de 1 cada cuatro años a cuatro al año. ¿Pero esto es consecuencia del impacto humano
o, simplemente, que desde hace siglo y medio tenemos más biólogos y ecologistas que se
preocupan por contabilizar los animales que desaparecen?”.
Cambio climático “No hay duda de que existe un calentamiento de la Tierra inducido por el
hombre. Pero las proyecciones futuras presentan escenarios exagerados. No se ha tenido en
cuenta que surgirán tecnologías cada vez más limpias y que se tomarán medidas políticas que, a
buen seguro, contribuirán a reducir el problema.”
Los vertidos accidentales no son la principal
causa de contaminación del mar”.
Ecologista
converso
Lomborg fue durante
años miembro activo de
Greenpeace. Hoy, la
organización ecologista
ha respondido
duramente a la
publicación de su libro.
El estadístico cree que
a menudo se habla de
problemas, como la
descongelación de los
polos, sin datos
objetivos.
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equivocando en el modo de atajar los problemas y en las prioridades...” automáticamente pasa al lado de
los chicos malos. Es sorprendente cómo incluso la gente más autorizada, objetiva y rigurosa puede estar
influida por esta necesidad de sentirse “un buen chico”
–¿ Sus colegas científicos le han tratado injustamente?
– Algunos han utilizado técnicas de república bananera. Me han culpado sin leer el libro, no me han
dejado defenderme, no me han dejado contestar a sus acusaciones. Scientific American me negó el
derecho de rectificación y me puso un pleito por reproducir sus críticas hacia mí en mi página web... Creo
que no hubieran reaccionado de ese modo si el mensaje hubiera sido el contrario. Si yo hubiera dicho
que el mundo se hunde, podrían incluso haberme perdonado algunos errores de cálculo... Es más
aceptable moralmente perdonar al buen chico que al malo. Prefieren que digas una cosa políticamente
correcta en un formato incorrecto que una cosa incorrecta en un formato correcto.
–¿ Quiere decir que la opinión es más condescendiente con los
ecologistas?
– Existe una tendencia generalizada a sobrevalorar los
problemas del medio ambiente. Y es que, en temas ecológicos,
todavía estamos muy inmaduros.
–¿ Se ha sentido muy solo en su empeño?
– Muchos científicos me han felicitado en privado, pero, por
supuesto, nadie quiere aparecer en público con el malo de la
película. Mucha gente se muestra reacia a apoyar mis teorías
porque tienen la sensación de que no es necesario hacerlo.
Piensan: “Bueno, como él ya ha hecho lo que había que hacer,
ya no es necesario que yo lo haga”. Creo honestamente que
mucha gente en la comunidad científica piensa que es bueno
que haya tipos como yo.
–¿ Y algún ecologista le ha apoyado?
– Estoy seguro de que muchos han empezado a cuestionarse
que llevan años utilizando cifras estúpidas, como que
desaparecen 40.000 especies cada año o que se va a acabar el
petróleo en 2014... Y espero que hayan entendido que la
pretensión de mi libro no era otra que fomentar el debate y el
escepticismo también entre sus filas.
–¿ De verdad confía en ello?
– Es una cuestión de realismo. Ellos deben darse cuenta de que
es perjudicial para sus intereses que se les identifique con un
grupo apocalíptico. En ecología las buenas noticias también son necesarias. Un directivo de WWF en
Dinamarca propició un debate interesante en el seno del ecologismo cuando escribió que “debemos
asegurarnos de que no ponemos las cosas tan negras como para que la gente pierda la esperanza”. Se
había dado cuenta, mientras leía el periódico junto a su hija de nueve años, de que la cría estaba
horrorizada por el futuro ecológico que le esperaba.
–¿ Cree usted en el desarrollo sostenible?
– Primero creo en el desarrollo. Muchos activistas verdes dicen que se preocupan por la situación del
Tercer Mundo, pero en realidad sólo les preocupa el Primer Mundo. Me parece absurdo que se hable
de agricultura ecológica en África. Lo que necesitan en África es agricultura a secas. ¡Si se están
muriendo de hambre!
Los países pobres sólo necesitan una cosa: dejar de serlo. Quizás cuando sean ricos podrán
plantearse qué tipo de agricultura quieren.
Las discusiones sobre los riesgos de los productos transgénicos, por ejemplo, son un divertimento
para ricos. En Europa, la sociedad puede estar bien informada sobre los remotos riesgos de la
modificación genética. Y es posible que llegue a decidir que no quiere asumir ni siquiera esos riegos
nimios. Pero ese debate no puede trasladarse al Tercer Mundo.
Mire, es muy difícil medir hasta qué punto puede haber desarrollo sin deteriorar el entorno. Pero una
cosa está clara. Nosotros nos hicimos ricos sin reparar en ello. Y aquí estamos, comiendo tres veces
al día. Y uno podría pensar que la razón por la que el mundo occidental se hizo rico es que no
existían entonces grupos ecologistas que alertaran sobre los peligros de un desarrollo no sostenible.
Nos desarrollamos, sin más. Ahora pretendemos que el mundo pobre haga lo que nosotros no nos
vimos obligados a hacer. Que ellos arreglen, a costa de su desarrollo, lo que nosotros estropeamos
para hacernos ricos. Por otro lado, el ecologismo parece olvidar que el progreso también es fuente de
tecnologías cada vez más limpias y seguras. Hoy, por ejemplo, la contaminación de Bombay o
Bangkok aun siendo horrible, es menor que la del Londres de la Revolución industrial.
Jorge Alcalde
“Existe una tendencia generalizada a sobrevalorar los
problemas del medio ambiente”
¿La medida de todas las cosas?
Desde su despacho en el Environmental
Assessment Institute, en Copenhague,
realiza cálculos sobre la viabilidad
económica de las políticas ambientales.
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