jueves, 29 de abril de 2010

EL MITO DE LA UNIDAD.






El mito de la unidad

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El nacionalismo catalán se está poniendo firme ante la última llamada a la unidad. La unidad es uno de los grandes mitos del nacionalismo, porque sin unidad no puede haber un ser. El pueblo es un personaje insuflado de espíritu y con continuidad histórica. Es, además, un personaje heroico y en permanente conflicto con sus vecinos.

Pero no cabe el conflicto consigo mismo y menos el reconocimiento de que la catalana es una sociedad plural y por tanto carente de los designios del destino que forman parte del misal nacionalista. La unidad adolece de aquel fallo que desveló David Hume cuando condenaba la identificación entre el ser y el deber ser. Porque es la presunción de que la realidad catalana es unívoca y a la vez la proscripción de que así lo sea en cuanto se manifiesta, indómita, la dinámica de una sociedad todavía abierta y abigarrada.

Para algunos no es que en Cataluña haya nacionalistas, sino que Cataluña es nacionalista. Es más, Cataluña es nacionalismo. Porque la personificación de Cataluña siempre se describe con un pensamiento y un corazón nacionalista. Ésa es la razón de que pueda haber ciudadanos o responsables políticos que hablen sin rubor en nombre de toda Cataluña, porque se identifica a ésta con la ideología. Una vez se está poseído por esta ideología, como gran regalo, se está en posesión de Cataluña toda. Y de su unidad. No es un hecho fortuito que en el Pacto del Tinell, que describía un programa político para Cataluña, incluyera un apartado que preveía la marginación política del PP, entonces única voz no nacionalista. En la nueva pero verdadera Cataluña, todo sería unidad, sin voces discordantes.

Ahora todo ello se ha vuelto a revivir con la formación de una coalición política que, siempre en nombre de Cataluña toda y con la pretensión de ser la única voz del pueblo, legítima, al menos, exigirá al Tribunal Constitucional y al resto de instituciones que dimitan de sus funciones y acepten sin más el Estatuto catalán en su redacción actual. No es un movimiento jugado al azar. Antes, el presidente Montilla había comunicado a las fuerzas vivas catalanas que se aglutinasen, en unísono movimiento, para hacer una defensa “clara y unitaria” del Estatuto. Y aún antes los principales periódicos de papel suscribieron un único editorial, también para defender al Estatuto, con lo que escenificaban la pretensión de que, efectivamente, Cataluña sólo hay una

Pero, como en el caso de las encuestas secesionistas, el nacionalismo tiene un problema de choque con la realidad, que en esta parte de España es tan vigorosamente dinámica y variada que se ajusta con mucha dificultad al traje regional. (Factual)


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