La Generalitat estimula vientos antidemocráticos
BARCELONA fue ayer escenario de dos episodios que aparentemente no tenían nada en común, pero que que se convirtieron en un doble desafío al poder judicial y al Estado de Derecho.
En el primero, en un homenaje a Garzón promovido por el Gobierno tripartito, los oradores arremetieron contra el Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional mientras el público coreaba el eslogan propuesto por la cantante Marina Rossell: «No passaran ni amb l'Estatut ni amb Garzón».
El segundo fue una reunión entre José Montilla y Artur Mas, en la que se pactó una propuesta que será presentada al Parlamento catalán en la que se exige la renovación del Tribunal Constitucional. Ello supone un desafío a Zapatero, que ha dejado claro que no hará nada que contribuya a deslegitimar a esta alta instancia.
Al final de la cita, Artur Mas explicó que PSC y CiU están de acuerdo en cuatro puntos: recusar a los cuatro magistrados cuyo mandato ha expirado en el Tribunal Constitucional, pedir el cambio de la ley para que esta situación no se repita, reclamar que el Constitucional se declare «incompetente» para juzgar el Estatuto de Cataluña y prohibir que pueda pronunciarse sobre Estatutos refrendados por el pueblo. Increíble pero cierto.
Ni que decir tiene que estas exigencias conllevarían la reforma de la Constitución, pero eso sería lo de menos. Lo de más es que están totalmente fuera de lugar, son absurdas y antidemocráticas. Lo que los líderes del PSC y de CiU plantean es anular el partido cuando van perdiendo por goleada ya avanzado el segundo tiempo.
Pedir que el Constitucional se declare incompetente para valorar la constitucionalidad de una norma legal equivale a abogar por su disolución. Es como si se propugnara que la Policía no debe tener autoridad para detener al malhechor o que el Parlamento carece de legimitidad para aprobar una ley.
Que Montilla y Mas se atrevan a plantear estos disparates sólo revela que han perdido el norte y que fingen desconocer las nociones más básicas de lo que es la separación de poderes en una democracia parlamentaria. Esta actitud latía también en el acto de apoyo a Baltasar Garzón, en el que se escucharon afirmaciones demagógicas e inaceptables para cualquier persona con un mínimo de decencia democrática. Si el ex fiscal Carlos Jiménez Villarejo se atrevió a llamar «torturadores» a los jueces del Supremo en la Complutense, su amigo y también ex fiscal José María Mena afirmó que está «escandalizado» por las causas contra Garzón y que la Ley de Amnistía fue «preconstitucional» y copiada de las dictaduras latinoamericanas.
La convocatoria se desarrolló en un clima guerracivilista, con una gran carga emotiva, como si Cataluña y Garzón fueran víctimas de la ofensiva de un poder judicial que actúa a instancias de una extrema derecha golpista. Tal manipulación y otras muchas tonterías que se escucharon ayer serían una simple anécdota de no haber sido dichas en un mitin promovido por el Gobierno que preside Montilla, que se ha apuntado a una retórica nacionalista e izquierdista para recuperar el apoyo que ha perdido por su desastrosa gestión.
Puede que esta estrategia le haga ganar un puñado de votos de nostálgicos del pasado, pero resulta irresponsable por cuanto supone alinearse con un discurso antisistema y que fomenta el victimismo. Muy mal tienen que estar las cosas en el PSC cuando Montilla se presta a deslegitimar las instituciones y sus líderes presentan a Garzón como víctima de la Falange, lo cual no sólo es una mentira flagrante sino que además ofende a la inteligencia. (E-pésimo).
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Jordi Pujol cree que Cataluña "no tiene por qué respetar" al Constitucional
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Visto lo visto, ¿por qué tenemos que respetar los españoles a las autoridades catalanistas?
Claro que si nos gusta hacer el idiota hay que seguir aceptando que insulten a las instituciones democráticas y nosotros sigamos pagando impuestos para que monten embajadas y hagan separatismo. Y victimismo.
El comportamiento de los catalanistas podría calificarse de 'intento de golpe de Estado incruento'. De momento hacen lo posible por deslegitimar las instituciones más altas del Estado. Un juego muy peligroso.
1 comentario:
... se están creciendo.
Nos están echando un pulso, y como ven que no pasa nada, pues eso, se crecen.
¿Será que el Gobierno no se da cuenta? ¿o será que es eso lo que buscan ambos?
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