En el siglo XX, la "cultura" surgió como un concepto central de la antropología
abarcando todos los fenómenos humanos que no son el total resultado de
la genética. Específicamente, el término "cultura" en la antropología
americana tiene dos significados: (1) la evolucionada capacidad humana
de clasificar y representar las experiencias con símbolos
y actuar de forma imaginativa y creativa; y (2) las distintas maneras
en que la gente vive en diferentes partes del mundo, clasificando y
representando sus experiencias y actuando creativamente (Wikipedia).
En resumen, o los catalanes tienen una capacidad específica y superior a los demás (especialmente superior a los españoles, antiguos y casposos) , que es la opción (1), o bien, en el Oasis catalán se 'vive de diferente manera' al resto. Algo así como los zulúes, los aborígenes australianos, o los esquimales. Un suponer. Que es la opción (2).
Este es el choque cultural que un español normal siente cuando entra en el Oasis catalán. Queda paralizado por la sorpresa y se pregunta de inmediato ¿en qué tipo de cultura me he metido? ¿qué mundo tan peculiar? ¿sabré desenvolverme en este mundo cultural tan extraño?
Ya lo ven, la enfermedad identitaria. cat llega a producir estos esperpentos.
Ya no hablo de la mentira, especialidad de la casa. 'Sólo una docena de familias...' De todos modos, tiene su mérito que no se sonroje al mentir como un bellaco. No todo el mundo tiene esta habilidad. Es la superioridad cultural. cat)
"No
se entrometan en nuestra cultura"
Duran: "Sólo una docena de familias" quiere estudiar en castellano
LIBERTAD DIGITAL
El portavoz de CiU exigió al Gobierno que
retire todo lo referente a la lengua en la ley de educación y criticó el
objetivo del déficit para las CCAA.
Xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
IZQUIERDA LIBERAL
La exclusión lingüística que no cesa
Por Antonio Robles
A propósito del Decreto de enseñanzas
mínimas de primaria en materia de lenguas en Cataluña. Para indignarse: “ERC
e ICV-EUiA plantean recurrir el aumento de horas de castellano”. No me
refiero al contenido de la frase entrecomillada, sino a la tergiversación que
hace “el Periódico de Catalunya” al titular así el restablecimiento de la
hora robada al estudio del castellano en los colegios de Cataluña.
|
Aprovecho para aclarar lo que a menudo lleva a confusión, sobre todo fuera de Cataluña. Cuando decimos que en Cataluña no se puede estudiar EN castellano no estamos diciendo que no estudien castellano, sino que toda la enseñanza se da obligatoriamente en catalán sin que los niños catalanes puedan optar por hacerlo también en castellano como uno de Sevilla o de Santander. Hasta el punto que incluso la asignatura de castellano se da en ocasiones también en catalán. Hubo un tiempo, además, que no se daba en absoluto, ni en catalán ni en castellano.
Ocurrió a finales de los ochenta, principios de los 90. No era generalizado, pero se daba. No era legal, pero se daba. Y para salvar la legalidad les ponían a todos los niños en la cartilla escolar un notable. Esta práctica fue denunciada a principios de los 90 por las primeras luchas en defensa de los derechos castellanohablantes y erradicada.
Otra práctica fraudulenta era dar las clases de castellano en catalán. Tampoco era generalizado, pero allí donde se producía o se produce suele consentirse porque nadie se atrevía o se atreve a llevar a los tribunales a los profesores que lo practican.
Y el último truco ha sido el que se instauró con la disculpa de las estructuras lingüísticas comunes que las diferentes lenguas latinas tienen entre sí. Ya que el contenido es el mismo en una y otra lengua (nos referimos a la sintaxis, gramática, tipología textual) el departamento de enseñanza de la Generalitat determinó que fuera en Catalán. De esa manera, las tres horas de castellano a la semana se reducían a dos horas y las de catalán se aumentaban a cuatro. (Debemos recordar una vez más para que no se equivoquen las cosas, que no critico que el catalán tenga más horas sino de que se le sustraigan al castellano las que le corresponden).
De manera cicatera se le arañaba en la propia materia de lengua española una hora, dejándola con una menos. O sea de tres a dos, cuando debían ser tres y tres.
Pues bien, ¿qué ha hecho ahora el Decreto de enseñanzas mínimas de primaria del Gobierno central publicado el pasado 7 de diciembre de 2006? Restaurar esa tercera hora de castellano que le corresponde por ley y disponer para que, en cualquier caso, no se detraiga hora alguna en nombre de disculpa alguna. En nada perjudica a la enseñanza del catalán que tendrá también 3 horas como también dice la ley.
A pesar de la evidencia y de la evidente injusticia, la señora Irene Rigau de CiU se indigna como yo, pero en sentido contrario:
“Estamos ante una decisión –dice- de índole política, no pedagógica. Si las estructuras lingüísticas son similares en catalán y en castellano, hay que pensar que lo que se busca no es reforzar el conocimiento, sino que la lengua castellana tenga mayor presencia”. Evidentemente, señora, evidentemente. ¿Acaso es ilícito aspirar a que nuestros hijos estudien las horas de español necesarias para que lo dominen correctamente? ¿O acaso los niños catalanes sólo tienen derecho a estudiar las horas necesarias si es en y de catalán? Mas le digo, ¿acaso es vergonzoso aspirar y exigir que se cumpla la ley? Aunque si quieren que les diga la verdad, aún me preocupa más esa sentencia final: “…hay que pensar que lo que se busca no es reforzar el conocimiento, sino que la lengua castellana tenga mayor presencia”. Dicho de otra manera, ¿el castellano no es conocimiento..?
ERC y ICV deben sentirse también indignados porque, como CiU, amenazan con recurrir el decreto. La primera para llevarlo a la comisión bilateral que reúne al Estado y la Generalitat. Vamos, un sucedáneo de la bilateralidad entre Estados. Y la segunda, al Tribunal Constitucional. No nos caerá esa breva.
Extraña, tierra en la que vivo. ¿Qué paradójica circunstancia hace que lo que a todas luces es un manifiesto abuso de poder pueda expresarse con total impunidad? ¿No le da vergüenza a la Señora Rigau exigir para sí lo que no permitiría que ningún otro le impusiera a ella? Cada vez estoy más convencido que todos los textos, análisis y argumentos nacionalistas deben ser enfrentados a su propia imagen. Hagan la prueba con cualquier actitud y verán reflejados en su espejo la desvergüenza de su proceder. Por ejemplo: ¿Qué les parece que exigiéramos que las estructuras comunes de las lenguas se dieran en castellano? Este pasaría a tener 4 horas a la semana y el catalán, 2. La cuestión no es ya la estupidez del argumento, siempre será mejor tener tres y tres. La cuestión es por qué a una parte de la sociedad catalana le parece evidente la asimetría aplicada siempre contra el otro y es incapaz de ver las razones de los demás.
Cuando alguien es incapaz de percibir, digo bien, percibir, no respetar que eso es la consecuencia, los derechos de los demás es que hay una deformación o alteración de la realidad que le lleva a considerarse con más derechos que los demás, bien porque cree merecerlos, bien porque se siente legitimado por una cuestión de propiedad sobre los demás. Y si eso es así, estamos muy cerca de la exclusión cultural. Nos pretenden legalizar el atropello con los artículos 35, 111 y 131. del nuevo Estatuto. Que por artículos no quede. Aunque tal cosa lo amparase, seguiría siendo injusto.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx
Izquierda liberal
Limpieza lingüística
Antonio Robles
Empezó hace muchos años. Siempre la ocultaron. Como la quiere esconder ahora el conseller
Ernest Maragall en el papel de poli bueno, después de que el documento
de ERC deje meridianamente claro que en la escuela no quieren oír una
palabra en castellano. Es preciso, dice el socialista, "conseguir la
adhesión voluntaria, sensible e inteligente del alumnado a nuestra
lengua". Agradecería sus palabras si representaran algo más que un
escudo protector para que su electorado mayoritariamente
castellanohablante no lo mande a él y a su partido a la oposición.
Si realmente considera que la lengua no ha de imponerse en exclusiva por la fuerza, ¿por qué impone la inmersión en secundaria? ¿Por qué dispondrá de 2,3 millones de euros para alistar en trucos normalizadores a 3.000 profesores? Entendería la medida si fuera generalizada para todas las lenguas, pero ¿por qué para enseñar catalán y no para hacerlo con el castellano o el inglés? ¿Por qué considera un peligro a la lengua española que traen los inmigrantes sudamericanos a las aulas catalanas?
Se entiende que deba mantener el tipo frente a sus compañeros de gobierno, ERC e ICV, además de hacerlo con la oposición de CiU para demostrar a ver quién de ellos le da más sopapos a los derechos lingüísticos de los castellanohablantes. Aunque ustedes no se lo crean, compiten por ello con descaro. Sé que es ridículo, pero esta es la principal distracción de nuestros parlamentarios nacionalistas en los plenos y en la prensa.
Habrá que llamar a las cosas por su nombre. La falta de pudor democrático que hacen gala los de ERC forzando una y otra vez la exclusión de la lengua común de todos los españoles de las aulas catalanas tiene un nombre: racismo cultural. Pretenden que hablen en catalán hasta los profesores entre sí y con los alumnos en pasillos y patios. Ya se hacía antes, allí donde llegaban sus tentáculos nacionalistas, pero ahora lo quieren hacer cumplir por norma. Por menos indicios, a Le Pen se le adscribió a la ultraderecha francesa y es considerado un racista. ¿Por qué a quienes con tanto descaro desprecian directamente los derechos lingüísticos de la mitad de los catalanes, e indirectamente los de la otra mitad, no se les llama por su nombre?
Hay una explicación: el victimismo lingüístico y nacional, un auténtico conjuro que lo justifica todo. En nombre de la supuesta debilidad del catalán frente al castellano (todavía siguen esparciendo el miedo a la desaparición de la lengua catalana), está legitimada la discriminación positiva y generalizada. El propio presidente de la Generalitat, el socialista Montilla, lo volvió a confirmar el miércoles 12 de julio de 2007 en el Pleno de Parlamento de Cataluña: su gobierno impondrá "inmersión y discriminación positiva porque nuestra lengua lo necesita". En singular, por lo que se ve, la que trae de su casa ya no es la suya ni la nuestra.
¿Cuántas generaciones habremos de esperar para que en nombre de un fin dejen de imponerse medios excluyentes y xenófobos? ¿Cuánto tiempo se creerá el ciudadano este abuso impresentable de los amos de la masía?
Sin darnos cuenta nos hemos acostumbrado al mal. Habrá que ponerle nombre: racismo cultural, limpieza lingüística. No son indicios, son hechos constantes, diarios, medidas y disposiciones y proposiciones de resolución y mociones y enmiendas y normas y leyes, incluido el Estatut. Sus máximos valedores van en coche oficial, se sientan en nuestros escaños y escañan nuestros derechos. Pero son gente decente y limpia, se visten con las mejores ropas, son educados, civilizados y hacen homenajes a todas las víctimas de malos tratos, de todos los holocaustos y denuncian todas las discriminaciones y guerras del mundo. Son gentes bondadosas, cariñosas, pacíficas, feministas, comunistas, socialistas, liberales, de derechas y algunas comulgan a diario. Todos están de acuerdo, sin embargo, en hacer una excepción si de lo que se trata es de tolerar, aceptar o convivir con los únicos derechos conculcados en su propio hábitat, cuyas víctimas son las únicas con las que tendrían oportunidad real de practicar la solidaridad que demuestran en sus escenas altruistas de salón.
No quiero ser duro, sólo real: sólo hay dos diferencias entre la exclusión franquista de los derechos lingüísticos de todos los españoles y la exclusión catalanista. La primera es que Franco la impuso mediante una dictadura y el catalanismo excluye incumpliendo leyes constitucionales desde un sistema democrático. La segunda es que en la dictadura franquista, ninguna de las lenguas excluidas era legal ni se podía estudiar en la escuela ni siquiera como lengua extranjera. Hoy, en democracia, el castellano está excluido como lengua vehicular, se le ningunean horas y prestigio, se le excluye de todos los espacios que caen bajo el poder nacionalista, pero es legal y se estudia aunque sea como lengua extranjera.
No quiero ser ni cínico ni irónico. Sólo objetivo. Esta última diferencia junto al hecho de vivir en un sistema democrático es fundamental, aunque no sea suficiente. Por eso, entre otras cosas, yo puedo escribir este artículo y poner un nombre a la exclusión: racismo cultural. Así que dejen de lamentarse y luchen por sus derechos, que se puede.
Si realmente considera que la lengua no ha de imponerse en exclusiva por la fuerza, ¿por qué impone la inmersión en secundaria? ¿Por qué dispondrá de 2,3 millones de euros para alistar en trucos normalizadores a 3.000 profesores? Entendería la medida si fuera generalizada para todas las lenguas, pero ¿por qué para enseñar catalán y no para hacerlo con el castellano o el inglés? ¿Por qué considera un peligro a la lengua española que traen los inmigrantes sudamericanos a las aulas catalanas?
Se entiende que deba mantener el tipo frente a sus compañeros de gobierno, ERC e ICV, además de hacerlo con la oposición de CiU para demostrar a ver quién de ellos le da más sopapos a los derechos lingüísticos de los castellanohablantes. Aunque ustedes no se lo crean, compiten por ello con descaro. Sé que es ridículo, pero esta es la principal distracción de nuestros parlamentarios nacionalistas en los plenos y en la prensa.
Habrá que llamar a las cosas por su nombre. La falta de pudor democrático que hacen gala los de ERC forzando una y otra vez la exclusión de la lengua común de todos los españoles de las aulas catalanas tiene un nombre: racismo cultural. Pretenden que hablen en catalán hasta los profesores entre sí y con los alumnos en pasillos y patios. Ya se hacía antes, allí donde llegaban sus tentáculos nacionalistas, pero ahora lo quieren hacer cumplir por norma. Por menos indicios, a Le Pen se le adscribió a la ultraderecha francesa y es considerado un racista. ¿Por qué a quienes con tanto descaro desprecian directamente los derechos lingüísticos de la mitad de los catalanes, e indirectamente los de la otra mitad, no se les llama por su nombre?
Hay una explicación: el victimismo lingüístico y nacional, un auténtico conjuro que lo justifica todo. En nombre de la supuesta debilidad del catalán frente al castellano (todavía siguen esparciendo el miedo a la desaparición de la lengua catalana), está legitimada la discriminación positiva y generalizada. El propio presidente de la Generalitat, el socialista Montilla, lo volvió a confirmar el miércoles 12 de julio de 2007 en el Pleno de Parlamento de Cataluña: su gobierno impondrá "inmersión y discriminación positiva porque nuestra lengua lo necesita". En singular, por lo que se ve, la que trae de su casa ya no es la suya ni la nuestra.
¿Cuántas generaciones habremos de esperar para que en nombre de un fin dejen de imponerse medios excluyentes y xenófobos? ¿Cuánto tiempo se creerá el ciudadano este abuso impresentable de los amos de la masía?
Sin darnos cuenta nos hemos acostumbrado al mal. Habrá que ponerle nombre: racismo cultural, limpieza lingüística. No son indicios, son hechos constantes, diarios, medidas y disposiciones y proposiciones de resolución y mociones y enmiendas y normas y leyes, incluido el Estatut. Sus máximos valedores van en coche oficial, se sientan en nuestros escaños y escañan nuestros derechos. Pero son gente decente y limpia, se visten con las mejores ropas, son educados, civilizados y hacen homenajes a todas las víctimas de malos tratos, de todos los holocaustos y denuncian todas las discriminaciones y guerras del mundo. Son gentes bondadosas, cariñosas, pacíficas, feministas, comunistas, socialistas, liberales, de derechas y algunas comulgan a diario. Todos están de acuerdo, sin embargo, en hacer una excepción si de lo que se trata es de tolerar, aceptar o convivir con los únicos derechos conculcados en su propio hábitat, cuyas víctimas son las únicas con las que tendrían oportunidad real de practicar la solidaridad que demuestran en sus escenas altruistas de salón.
No quiero ser duro, sólo real: sólo hay dos diferencias entre la exclusión franquista de los derechos lingüísticos de todos los españoles y la exclusión catalanista. La primera es que Franco la impuso mediante una dictadura y el catalanismo excluye incumpliendo leyes constitucionales desde un sistema democrático. La segunda es que en la dictadura franquista, ninguna de las lenguas excluidas era legal ni se podía estudiar en la escuela ni siquiera como lengua extranjera. Hoy, en democracia, el castellano está excluido como lengua vehicular, se le ningunean horas y prestigio, se le excluye de todos los espacios que caen bajo el poder nacionalista, pero es legal y se estudia aunque sea como lengua extranjera.
No quiero ser ni cínico ni irónico. Sólo objetivo. Esta última diferencia junto al hecho de vivir en un sistema democrático es fundamental, aunque no sea suficiente. Por eso, entre otras cosas, yo puedo escribir este artículo y poner un nombre a la exclusión: racismo cultural. Así que dejen de lamentarse y luchen por sus derechos, que se puede.
No hay comentarios:
Publicar un comentario