Por el desahucio de la demagogia
A la vista de la burda demagogia
con la que tantos están defendiendo la dación en pago retroactiva y la
paralización de todos los desahucios de primera vivienda, bien está que
el PP haya aceptado debatir esta irresponsable iniciativa legislativa
popular en el Congreso, siempre y cuando sea para rebatirla y no para
dejarse arrastrar por ella.
Al contrario de lo que propaga la Plataforma de Afectados por la Hipoteca y los políticos y medios de comunicación que la jalean, las personas que se han visto forzadas a tener que abandonar su vivienda por no poder hacer frente a su hipoteca –muchísimas menos de los que ellos afirman– no son afectados ni víctimas de ninguna ley hipotecaria, sino del paro y de la crisis. Tratar de evitar este drama vulnerando por mandato legislativo los contratos por los que se concedieron los créditos y prohibiendo los desahucios de primera vivienda sería encubrir los síntomas mediante el agravamiento de la enfermedad económica que estamos padeciendo.
La inseguridad jurídica y el debilitamiento como Estado de Derecho que nos acarrearía esta miope, demagógica y bien retribuida iniciativa popular provocaría nefastas y contraproducentes consecuencias, por mucho que no las perciban quienes aprovechan la gravedad del problema para ocultar la insensatez de su solución.
Los millones de ciudadanos que pagan cumplidamente sus hipotecas o que han renegociado con los bancos mayores facilidades de pago, ¿se habrían molestado en hacerlo sabiendo que el impago ya no les conlleva el riesgo de tener que abandonar su vivienda? ¿Se molestarían en seguir cumpliendo su compromiso si, a partir de ahora, su incumplimiento ya no conllevase las mismas dolorosas consecuencias que acordaron en el momento de firmar el contrato de préstamo? ¿Concederían los bancos los mismos créditos –o a iguales tipos de interés– sabiendo que, a partir de ahora, las personas a las que se los conceden pueden eludir completamente su compromiso de devolver el dinero prestado mediante la entrega al banco de una vivienda de la que, en muchos casos, tampoco estarían obligados a salir?
No se nos pasa el hecho de que hay muchísimos más ciudadanos que acarrean con una hipoteca que los que se dedican a concederlas; pero sólo el más barato y miope utilitarismo y el más demagógico electoralismo pueden fijarse en eso para pasar por alto los efectos perversos y el grave perjuicio social que, a la larga, conllevaría esta bienintencionada pero insensata vulneración de nuestro ordenamiento jurídico. Sólo las partes que intervinieron libremente en los contratos tienen derecho a renegociar su adaptación a las críticas circunstancias sobrevenidas. En caso contrario, sería una injusticia que no dejaría de serlo por el poco o mucho dinero que tengan quienes saquen provecho de ella.
Esperemos, en definitiva, que el Gobierno aproveche el debate para rebatir la demagogia y no para sucumbir ante ella. (edit.ld)
Al contrario de lo que propaga la Plataforma de Afectados por la Hipoteca y los políticos y medios de comunicación que la jalean, las personas que se han visto forzadas a tener que abandonar su vivienda por no poder hacer frente a su hipoteca –muchísimas menos de los que ellos afirman– no son afectados ni víctimas de ninguna ley hipotecaria, sino del paro y de la crisis. Tratar de evitar este drama vulnerando por mandato legislativo los contratos por los que se concedieron los créditos y prohibiendo los desahucios de primera vivienda sería encubrir los síntomas mediante el agravamiento de la enfermedad económica que estamos padeciendo.
La inseguridad jurídica y el debilitamiento como Estado de Derecho que nos acarrearía esta miope, demagógica y bien retribuida iniciativa popular provocaría nefastas y contraproducentes consecuencias, por mucho que no las perciban quienes aprovechan la gravedad del problema para ocultar la insensatez de su solución.
Los millones de ciudadanos que pagan cumplidamente sus hipotecas o que han renegociado con los bancos mayores facilidades de pago, ¿se habrían molestado en hacerlo sabiendo que el impago ya no les conlleva el riesgo de tener que abandonar su vivienda? ¿Se molestarían en seguir cumpliendo su compromiso si, a partir de ahora, su incumplimiento ya no conllevase las mismas dolorosas consecuencias que acordaron en el momento de firmar el contrato de préstamo? ¿Concederían los bancos los mismos créditos –o a iguales tipos de interés– sabiendo que, a partir de ahora, las personas a las que se los conceden pueden eludir completamente su compromiso de devolver el dinero prestado mediante la entrega al banco de una vivienda de la que, en muchos casos, tampoco estarían obligados a salir?
No se nos pasa el hecho de que hay muchísimos más ciudadanos que acarrean con una hipoteca que los que se dedican a concederlas; pero sólo el más barato y miope utilitarismo y el más demagógico electoralismo pueden fijarse en eso para pasar por alto los efectos perversos y el grave perjuicio social que, a la larga, conllevaría esta bienintencionada pero insensata vulneración de nuestro ordenamiento jurídico. Sólo las partes que intervinieron libremente en los contratos tienen derecho a renegociar su adaptación a las críticas circunstancias sobrevenidas. En caso contrario, sería una injusticia que no dejaría de serlo por el poco o mucho dinero que tengan quienes saquen provecho de ella.
Esperemos, en definitiva, que el Gobierno aproveche el debate para rebatir la demagogia y no para sucumbir ante ella. (edit.ld)
10 comentarios:
La pena es que no haya sido usted el que después de acogerse a un crédito para acceder a un derecho constitucional como es la vivienda, se haya quedado junto con el resto de miembros de la unidad familiar sin otro derecho constitucional como es el trabajo. Imagino que opinaría de otra manera.
Tal vez, pero hay que saber distinguir entre los casos concretos y el problema general. Sea el ámbito que sea. Si uno pretende gobernar sin demagogia.
Si tengo un accidente de tráfico y resulto malherido, puede que proteste airadamente contra la regulación del tráfico, la Guardia Civil y las carreteras. Pero puede que no tenga razón.
Yo también estoy a favor del principio de responsabilidad contractual y, en general, individual. Cómo no... Es un principio básico para el buen funcionamiento de cualquier sociedad. Lo pactado entre dos personas en libertad y dentro de la legalidad debe ser objeto de cumplimiento por ambas partes. Nada que objetar.
Ahora bien. Este principio es correcto siempre que sea aplicado A TODO EL MUNDO. Es decir, principio responsabilidad de igual aplicación a todos: que cada uno asuma las consecuencias que se deriven de su actuación en el tráfico jurídico. Y esto es precisamente lo que no ha pasado ni está pasando desde que estalló la crisis. Hemos visto que el sector público ha inyectado cantidades ingentes de dinero PÚBLICO en el sector financiero para rescatarlo de la crisis. Vemos que los Estados se han endeudado y se siguen endeudando brutalmente para financiar deuda PRIVADA. ¿Dónde queda aquí la responsabilidad individual de los bancos, cajas de ahorro, aseguradoras,etc? ¿En virtud de qué contrato está el Estado obligado a salvar el trasero de quienes gestionaron irresponsablemente su empresa privada? ¿Por qué debe asumir la Hacienda pública (los impuestos que todos pagamos) las consecuencias económicas de una actuación (la de los agentes privados que operaron con libertad en el mercado)que no le es imputable?
Y esto es lo que resulta sangrante, claro. Sangrante para cualquiera que no tenga el sentido de la justicia atrofiado, entiéndase. Desde el momento en que el Estado, con dinero público, rescata a empresas privadas para evitar su hundimiento, el principio de responsabilidad individual quiebra. Y si quiebra por la parte más fuerte (bancos, etc...), ¿con qué legitimidad moral se puede pedir su cumplimiento escrupuloso a los más débiles? ¿Demagogia? Más bien cinismo: la que resulta del hecho de que los mismos bancos que han tenido que ser rescatados con dinero público, exijan por su parte la observancia estricta a los ciudadanos de su responsabilidad contractual. Como diría Mourinho: cinismo y del bueno.
Yo creo que los contratos se firman para cumplirlos, y cuando uno pide un crédito, ha de valorar sus posibilidades porque debe saber que tendrá que pagarlo, y no se puede culpar a un banco porque pretenda que ese contrato, firmado libremente por ambas partes, se cumpla.
Otra cosa es que el Estado, consciente del problema social que se plantea porque muchas personas han quedado en el paro, ofrezca ayudas y busque fórmulas para que quienes sufren una imposibilidad sobrevenida para hacer frente a la hipoteca, puedan salvar su situación, quedando esos pagos cubiertos con un dinero público que deberá devolver cuando les sea posible afrontarlos.
Pero no podemos olvidar que no son los bancos quienes han de hacer posible ni el derecho constitucional a la vivienda ni tampoco al trabajo. Los bancos son empresas que tienen derecho a exigir el cumplimiento de los contratos de préstamo garantizados con la hipoteca.
Porque, vamos a ver, Sr Fractalio, ¿estaría usted de acuerdo en que un desahuciado se fuera a vivir a su casa alegando que tiene derecho a tener un techo? ¿le parecería bien que otro le robe sus ahorros para pagar la hipoteca, alegando que tiene el derecho constitucional a conservar su casa?
Seamos serios. Hay que ayudar a quienes se han quedado en paro, pero no es obligación ni del Sr Fractalio, ni mía, ni de la Banca. Es la sociedad, o sea el Estado, quien les tendrá que echar una mano.
No me veo capaz, en pocas palabras, para responder a tantos interrogantes. Aconsejo dos libros excelentes que lo hacen. Y muy bien.
'Nada es gratis', Jorge Juan (ed. Imago Mundi), y 'El hombre que cambió su casa por un tulipán', Trias de Bes (ed. Temas de Hoy).
Yo recomiendo "La cultura de la satisfacción", de Galbraith, editado por Ariel. Un libro en el que se expone con claridad la paradoja de cómo, muchos de aquellos que se dicen adalidades del liberalismo, el estado mínimo y el no intervencionismo, se muestran, sin embargo, partidarios, cuando vienen mal dadas, de que el estado intervenga para enjuagar sus deudas privadas con dinero público.
Señores,
Yo puedo ver bien que los gobiernos inyecten dinero a los bancos para arreglar desmanes, porque en el fondo peligra el sistema financiero, y eso nos afecta a TODOS. Lo que sí que no veo bien es que los banqueros se vayan de rositas y no acaben con sus huesos entre rejas.
Ojito que cuando hablo de bancos, me estoy refiriendo a las cajas de ahorro, sí esos bancos PUBLICOS mandados por políticos y sindicatos principalmente que suponen el 50% del sector financiero expañol.
También veo bien que se ayude a los que se pueden quedar sin casa, pero cuidado que se puede formar una burbuja pública de ayuda que genere otro agujero en las finanzas públicas.
Saludos a todos. Misael
PD. Señor fractalio, se conoce que vd. no ha estudiado derecho, porque sino sabría que el derecho a la vivienda es sólo uno de los llamados "principios rectores" y ASI SE TIENE EN CUENTA EN TODO EL ORDENAMIENTO JURIDICO.
Yo me cuidaría mucho de andar dando lecciones de Derecho a los muchos fractalios de este país: gente que se ha quedado sin trabajo y que a resultas de ello se ha visto deshauciada por impago de su hipoteca. Personas que ven cómo el Estado de Derecho apura al máximo sus resortes para exigirles sus responsabilidades contractuales y que contemplan, al mismo tiempo, cómo ese mismo Estado de Derecho se hace cargo de los agujeros ecnómicos de las grandes empresas del sector financiero, sin exigencia alguna de responsabilidades para nadie. Esta gente podría hacerse la idea de que el Estado de Derecho es una cosa para unos y otra bien distinta para otros. Y acabar concluyendo que, siendo así las cosas, eso del Estado de Derecho es una pantomima de mucho cuidado que no les interesa.
Por lo demás, mi respeto hacia aquello liberales coherentes que, al tiempo que abogan por la supresión del Estado del bienestar, denuncian el papel desempeñado por el Estado como prestamista de último recurso de las grandes empresas. No estaré de acuerdo con su modelo de Estado, pero les reconozco la honestidad intelectual.
Pero a aquellos que son liberales en tiempo de bonanza y socialistas en tiempos de crisis (socialistas para socializar sus pérdidas)... para estos solamente mi desprecio. Y la negación de mi voto, claro.
Por si se refiere a mí, yo no defiendo la supresión del Estado de Bienestar. He defendido su revisión en la línea de la Suecia actual.
No me refería a ninguno de ustedes en particular.
Saludos.
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