(Resulta más difícil combatir las estupideces que las reflexiones inteligentes. Tal vez por eso la izquierda (con las excepciones de rigor) acostumbra a soltarlas con cara de póker. Ahí tenemos un buen ejemplo. ¡Asómbrese! Esto es lo que nos espera si un mal día gobernaran estos progres.
Ya sé que me pongo pesado pero vuelvo a recomendar algunas vitaminas para defenderse de los virus malignos:
J.F. Revel, 'El conocimiento inútil'.
H. Vázquez Rial, 'La izquierda reaccionaria'.
F. Hayek, 'Camino de servidumbre'
A. Anthony, 'El desencanto'. )
Tontería económica 2013-02-10
Rebelión liberal
No, aquí lo malo es el capitalismo, con lo que sus "enemigos" muy malos no podrán ser. Uno fue el comunismo y el otro "las revueltas sociales", otro viejo camelo que identifica la sociedad con la gente en la calle y el poder solo con elites... salvo cuando mandan los comunistas, porque en ese caso manda el pueblo. En fin, llega Pisarello...
Agárrese usted:
En ese momento, comenzó a gestarse un bloque de poder económico-financiero dispuesto a frenar cualquier proceso de democratización que pudiera afectar sus intereses.
Un momento, dirá usted: en las últimas décadas lo que ha habido es más democracia que nunca antes en la historia. Pues no: afirma el profesor Pisarello que lo que ha habido es una "ofensiva contra el constitucionalismo democrático" encabezada por... ¡David Rockefeller!
Este delirante razonamiento sostiene seriamente que, asustados por las protestas ciudadanas, los gobernantes –no los comunistas, claro– decidieron reducir la democracia con el objetivo de no condicionar en exceso "el libre funcionamiento del mercado capitalista". Toda la evidencia va en sentido contrario: hubo mucha democracia y fueron los gobernantes democráticos precisamente los que más expandieron el Estado y más recortaron la economía de mercado y otras libertades, como lo prueba la expansión del gasto público y los impuestos, y numerosas otras incursiones del poder en la vida de los ciudadanos.
La reforma de la Constitución española que lideró Zapatero
es el sueño del neoliberalismo (...) ya que genera una fuerte presión para la reducción del gasto social. Pero la gran banca ha exigido más: consagrar la prioridad absoluta de pago a los acreedores de deuda pública.
Pero ni el gasto social se ha reducido fuertemente ni han sido los banqueros los únicos interesados en garantizar el pago de la deuda pública, también los políticos, por la sencilla razón de que temían que nadie más les prestara, salvo a tasas exorbitantes.
El profesor Pisarello, que enseña Derecho Constitucional, nada menos, proclama sin rubor que el Tratado de Maastricht de 1992 fue un elemento clave en la nueva arquitectura económica, ya que "acabó de ceñir un corsé neoliberal que condicionaría los desarrollos constitucionales de los años posteriores". Un corsé muy flexible, sin duda, porque los políticos violaron sus preceptos cada vez que lo juzgaron conveniente para sus propios intereses, desde 1992 en adelante.
Para redondear el disparate, recurre a la tradicional consigna de ligar el liberalismo con las dictaduras, y en concreto con el fascismo. Como dice el tango: mentira, mentira. El que está íntimamente asociado con dictaduras, y con las más criminales que jamás hayan padecido los trabajadores de este planeta, es el socialismo, no el liberalismo. Y la relación estrecha con el fascismo no la tiene el liberalismo sino... tachán tachán... ¡el socialismo!
(Carlos Rodríguez Braun/ld)
8 comentarios:
Vaya... El Sr. Rodríguez Braun se ha puesto nervioso porque alguien ha dicho una obviedad: que el modelo económico vigente en la actualidad condiciona y limita el poder soberano, la capacidad de decisión, en materia económica, de las democracias nacionales.
Esto es algo que vienen a reconocer los propios políticos... Hace poco dijo Rajoy: "he incumplido mis promesas, pero he cumplido mi deber". Reflexione cualquiera sobre el papel que, en esta frase, se concede a la voluntad popular a la hora de tomar decisiones políticas.
Visto lo visto, se hace necesario advertir que efectuar una crítica de la democracia realmente existente o, para ser más exactos, del déficit democrático que puede resultar de ciertos planteamientos liberales, no convierte al crítico, necesariamente, en un revolucionario marxista-leninista, ni en un partidario de las dictaduras totalitarias, ni tampoco en un peligroso subversivo dispuesto a quemar contenedores. Este tipo de simplificaciones, tan del gusto de R. Braun y de cierta derecha panfletaria, no son sino eso: simplificaciones panfletarias.
Disfrute el lector curioso y dado a contrastar argumentos de las siguientes obras:
"Más democracia, menos liberalismo", de Ignacio Sánchez Cuenca.
"La democracia posible", de Ronald Dworkin
"El precio de la civilización", de Jeffrey Sachs
"Liberalismo y democracia", de Norberto Bobbio
"El declive de la socialdemocracia", de José V. Sevilla
"La libertad inhóspita", de Félix Ovejero
A. Blanco,
No se enteran ustedes: el estado actual es un gran intervencionista. Hay tribunales de cuentas, auditores, comisiones nacional de telecomunicaciones, de la energía, de etc..
El estado es culpable de todo lo que está pasando porque conocía la situación y no hizo nada.
Un ejemplo: MAFO cajoneaba los informes que le llegaban de su servicio de inspección. ¿ quiere vd. más intervención en el mismo sentido ?
Lo que necesitamos de verdad no es más "del mismo" control gubernamental, necesitamos AUTÉNTICA separación de poderes y que se cumplan las leyes en plazo y forma. Lo demás es no ver la realidad, porque ¿ acaso el colapso bancario español no es el colapso de la banca pública, es decir cajas de ahorro ?
Saludos. Misael
Bien pudiera deberse a esa incapacidad de comprensión que Vd., Sr. Misael, nos atribuye(¿nos?), pero lo cierto es que sus argumentos me parecen confusos. Por un lado, dice que el Estado es culpable, porque sabía y no hizo nada, por lo que parece achacar el problema a una insuficiente actividad fiscalizadora del Estado. Falta de intervención.Pero por otro resulta que no, que hay mucha, que ahí están el Tribunal de Cuentas (?), las auditorías, etc., existiendo por tanto un problema de excesiva intervención. A la postre parece que hay mucha intervención, pero no la que toca, cifrándose la solución del problema en una efectiva separación de poderes y el cumplimiento riguroso de las leyes. Todo lo cual resulta, me permitirá, en una bonita retórica para no decir nada o muy poco.
En relación a la crisis que nos asola, es fundamental identificar y conocer sus causas, pues sin esa operación previa no podrá ponérsele remedio. En relación a este punto, y sintetizando mucho, pues aquí no cabe otra cosa, existen dos grandes visiones sobre el asunto:
1) La de quienes entieneden que el origen de la crisis debe buscarse en las políticas desregulatorias y liberalizadoras iniciadas, a principios de los ochenta, por R. Reagan y M.Thatcher, y que, desde su epicentro en el mundo anglosajón, han ido ganado terreno en Occidente en las decadas posteriores, también en España. La derogación en EEUU de la Ley Glass Steagall a finales de los 90, suele señalarse como uno de los hitos de esas políticas. En este grupo, aparte de los consabidos Krugman y Stiglitz (mentarlos en algunos ámbitos es como mentar a la bicha), se encuentran autores como Sachs o Nouriel Roubini, por citar solamente a economistas.En mi modesta opinión, el libro de este último "Crisis Economics" es fundamental para comprender el proceso de generación de la burbuja y su posterior estallido.
2)Contra la tesis anterior, algunos economistas (que, en general, parten de los presupuestos de la Escuela Austríaca) han reaccionado afirmando que las causas de la crisis se encuentran, no en la supuesta desregulación operada en los últimos 30 años, sino en las regulaciones que todavía existen, así como en el excesivo peso que el Estado del bienestar conserva, especialmente en Europa. Se han liberalizado mercados, pero no lo suciciente. Se han eliminado controles, pero no todos los que sobran... Hay, ciertamente, visiones más complejas, como la de Huerta de Soto, que reclama una concreta intervención estatal para evitar el nacimiento de las burbujas a través de la expansión del crédito: acabar con la reserva fraccionaria bancaria y exigir una reserva del 100 por 100. A mí esta propuesta me parece interesante.
No obstante, y hablando en general, las tesis de estos últimos no llegan, en mi opinión, a establecer claramente la relación causa efecto que pretenden. Así, se hace difícil imputar al Estado las operaciones de titulización de hipotecas subprime realizadas por las entidades financieras en EEUU, (aunque no sólo allí), y la posterior externalización de los riesgos mediante su venta sin trabas en los mercados bursátiles. Es difícil explicar este proceso y el problema subsiguiente - yo no he leido todavía ninguna explicación convincente- en atención a un "exceso de intervención". Parece, más bien , lo contrario. También se hace difícil culpabilizar a un excesivo control gubernamental del papel desempeñado por las agencias de calificación en el crecimiento de la burbuja, por citar otro elemento importante.
(Continúa)
(continuacón)
En relación al Estado del bienestar y su papal en la crisis, la simplicidad de algunas lecturas es de traca. Los mismos que afirman, sin rubor, que en los años que la precedieron estuvimos viviendo por encima de nuestras posibilidades y disfrutamos de unos servicios públicos que se han revelado insostenibles, omiten que gran parte de la deuda pública para cuya financiación se está haciendo necesario el aumento de los impuestos y el recorte drástico del gasto social tiene su origen, no en el propio Estado del bienestar, sino en la necesidad de rescatar al sector privado. Cualquier explicación de la crisis del Estado del bienestar que no tome este hecho en consideración es, en mi opinión, fraudulenta.
En fin, el tema es complejo y no admite planteamientos maniqueos y panfletarios. Lecturas tipo R. Braun que, días sí, día no, ameniza a sus lectores y oyentes con su típico "el Estado nos roba", o con su habitual y burda oposición entre libertad (=mercado) vs. coacción (=Estado). Por lo demás, si la realidad política española de los últimos años no le ha convencido, Sr. Misael, de que el funcionamiento de los mercados limita y condiciona las políticas susceptibles de aplicación por los Parlamentos nacionales, entonces nada de lo que yo le diga podrá convencerle.
Y esto ya se ha hecho muy largo.
saludos
(Parece que ha habido un problema y que no ha llegado la primera parte de mi correo. Voy con ella.)
Bien pudiera deberse a esa incapacidad de comprensión que Vd, Sr. Misael, nos achaca (¿nos?), pero lo cierto es que sus argumentos me parecen confusos. Por un lado, dice que el Estado es culpable, porque sabía y no hizo nada, con lo que parece achacar el problema a una insuficiente actividad fiscalizadora del Estado. Falta de intervención. Pero por otro, resulta que no, que hay mucha, que ahí están el Tribunal de Cuentas (?), las auditorías, etc… existiendo por tanto un problema de excesiva intervención. A la postre parece que hay mucha intervención, pero no la que toca, cifrándose la solución del problema en una efectiva separación de poderes y el cumplimiento riguroso de las leyes. Todo lo cual resulta, me permitirá, en una bonita retórica para no decir nada o muy poco.
En relación a la crisis que nos asola, es fundamental identificar y conocer sus causas, pues sin esa operación previa no podrá ponérsele remedio. En relación a este punto, y sintetizando mucho (pues aquí no cabe otra cosa), existen dos grandes visiones sobre el asunto:
1)La de quienes entienden que el origen de la crisis debe buscarse en las políticas desregulatorias y liberalizadoras impulsadas, a principios de los ochenta, por R. Reagan y Margaret Thatcher, y que, desde su epicentro en el mundo anglosajón, fueron ganado terreno en Occidente a lo largo de las décadas siguientes, también en España. La derogación de la Ley Glass Steagall, a finales de los 90, suele señalarse como uno de los hitos de esas políticas. Esta tesis, en esencia, defiende que esta y otras crisis anteriores deben su origen a una insuficiente intervención estatal, a la desaparición de ciertos controles o barreras al ejercicio de la actividad económica, especialmente en el sector financiero. En este grupo, aparte de los consabidos Krugman y Stiglitz (mentarlos en ciertos ámbitos es como mentar a la bicha), se encuentran autores como Sachs o Nouriel Roubini, por citar solamente a economistas. En mi modesta opinión, el libro de este último “Crisis Economics”, es fundamental para entender el proceso de generación de la burbuja y su posterior estallido.
(Continúa)
Pues si yo tuviera que aconsejar a un lector interesado que acaba de leer el post y los comentarios, diría:
Un clásico: 'Socialismo, análisis económico y sociológico' de von Mises.
Y dos actuales, como: 'Una alternativa liberal para salir de la crisis' de J.R. Rallo, y
'El hombre que cambió su casa por un tulipán', de Trias de Bes.
Con von Mises nos vamos al núcleo duro de la Escuela Austríaca, y ciertamente hay que leerlo. Su libro "La acción humana" es también muy recomendable.
El de Rallo lo he leído y merece la pena, aunque no estoy de acuerdo con muchas de las cosas que dice.
Pero a mi lo que me interesa es que ese lector interesado no se quede en la lectura de una sola de las perspectivas posibles. Por eso, que ese lector interesado lea también a Galbraith, así como a algún otro de los lectores que he citado en mis entradas. Y que después juzgue por sí mismo.
Completamente de acuerdo. Este es el camino para formar ciudadanos libres y responsables.
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