jueves, 16 de mayo de 2013

LA EXTREMA IZQUIERDA














LA EXTREMA IZQUIERDA.

No es importante discutir el título. Podría llamarse ‘izquierda antisistema’, o algo parecido. Lo importante es lo que defienden. ¿Qué defienden?

Digamos primero a qué viene todo esto. Haciendo zapping he visto un programa (parte del mismo) en el que un profesor de Ciencia Política, Pablo Iglesias, expresaba sus opiniones encontradas con las de Carlos Cuesta, un periodista.

Muy resumidamente, dijo que en las comisarías se practica la tortura, que hay que llegar a acuerdos políticos con ETA y no recuerdo más porque pasé a otra cadena.

De todos modos, todo esto es viejo aunque sea con nueva apariencia. No se trata de denunciar errores o vicios del sistema democrático para mejorarlo. No. Personas como Pablo Iglesias destilan desprecio a la democracia  y a Occidente. Y todo lo que significa.

Por mucho que maticen su discurso para no parecer extremistas, son similares (con las distancias que haya que salvar) a Noam Chomsky y compañía. Con el odio que rezuman contra Occidente.

Sus simpatías están con Venezuela, Cuba y similares. Esto en el plano real. Dado que el plano real no es atractivo para casi nadie, lo mezclan con el plano utópico. A ver si cuela. En el plano utópico, sueñan con una sociedad sin clases, socialista, en la que haya desparecido la economía de mercado. El llamado ’capitalismo salvaje’. Y todo el mundo sea feliz y solidario. Ya tenemos ‘el hombre nuevo’.

La habilidad de estas personas consiste en que los demás se ponen a la defensiva y se esfuerzan en justificar la democracia y la economía de mercado. No hay que aceptarlo. Es una tontería. Son ‘ellos’ los que tienen que justificar que tienen un modelo viable alternativo. No tienen ninguno. Excepto, claro es, las utopías en las que todo va bien. Pero cuando han querido  llevar a la práctica su utopía, lo han llenado todo de sangre, pobreza y sufrimiento.

O se discute sobre realidades, o se discute sobre utopías. Si se quiere discutir sobre realidades, hay que confrontar Cuba, Corea del Norte y Venezuela con los países democráticos en los que hay, además, economía de mercado. Y que se vaya comparando. Y cuánta gente huye de los países democráticos para ir a vivir a los paraísos socialistas. Y cuánta gente huye de los paraísos socialistas para ir a vivir a las sociedades democráticas con economía de mercado.

Y si se quiere comparar utopías, se compara la utópica sociedad sin clases y con felicidad completa, con otras utopías en las que se mantiene la libertad, el pluralismo, la propiedad privada y la economía de mercado. Eso sí, con ausencia de fallos y defectos. Por algo se trata de una utopía.

Pero es una trampa que unos hablen de utopías y otros hablen de realidades. Las realidades siempre son imperfectas. Gana siempre la utopía. Al menos para los que creen en Caperucita.

Yo recomendaría, más que escuchar a Pablo Iglesias (y a los que piensan como él), leer algo provechoso. Por ejemplo, ‘La izquierda reaccionaria’ de H. Vázquez Rial. O ‘El conocimiento inútil’ de J.F. Revel. Aprenderán mucho más y ya no se dejarán engañar por los ‘falsos profetas’ de la izquierda.

Como dijo Woody Allen: ‘Queremos saber de dónde venimos y adónde vamos, pero, especialmente, lo que nos costará el billete’. Pero el billete de la utopía de izquierdas es muy caro. Suele costar la vida, o la libertad, o ambas cosas. A los hechos me remito.

Sebastián Urbina.

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