miércoles, 15 de mayo de 2013

¿TONTOS O MALVADOS?









 (Lea a J.F. Revel para descubrir (si todavía no lo sabe) la caradura de la izquierda con la terrible amenaza de la extrema derecha. 

La amenaza son ellos. Con tanta mentira, tanta caradura,  tanta superioridad moral, los que no comulguen (¡Dios mío, qué he dicho!) con sus ideas tendrán que huir o esconderse. O sea, lo de siempre.

Pero no hay peor sordo que el que no quiere oir.)







ASÍ ESTÁ EL PATIO
Minerva, ultras y desalmados
 JULIO ECHEVARRÍA
¿De verdad es sensato alertar sobre la supuesta extrema derecha, que en realidad no ha gobernado nunca esta Europa?




Cristina Cifuentes es la mujer del momento y Jaime González, en ABC, se rinde a sus pies: “No fue el periodismo quien me colocó delante de Cristina Cifuentes”, escribe con tono enigmático. ¿Quién fue, entonces? Difícil saberlo, porque después el rendido columnista empieza a hablar de un chaval, de fútbol y, para terminar, de Minerva y los argonautas, haciéndonos la merced de advertirnos que no debemos confundirlos con los internautas. Gracias, Jaime, majete. Y a todo esto, ¿qué es lo que quería decirnos de Cifuentes? 

Que él es muy partidario. Todo lo demás es confusión. Cierto que la confusión parece ser nota dominante en el ABC de ayer. Por ejemplo, en una página par tenemos a Edurne Uriarte avisando de que la eurofobia crece, y en la página siguiente tenemos a Ignacio Camacho diciendo que “Europa es un coro de grillos desafinados en el que siempre hay alguien que encuentra un problema para cada solución”, o sea, eurofobia consumada. Edurne e Ignacio tienen ambos razón, pero el lector se queda con la inevitable impresión de que si A es verdad y B también, entonces ¿qué es mentira?

También se le han puesto pelos de Casandra –la de Homero– al ex ministro socialista José María Maravall, que en El País alerta contra el deterioro de la democracia en Europa y apunta, como de costumbre, a la “extrema derecha: “Estamos –dice el ex ministro– no solo ante una crisis económica muy grave, sino ante serios retos de la democracia representativa. Estos se manifiestan en un crecimiento de partidos populistas y xenófobos, situados en la extrema derecha, y también en una creciente desafección hacia las instituciones democráticas nacionales y hacia la Unión Europea.” Tras larga reflexión, Maravall cierra su artículo echando de menos a Felipe González, que como ejercicio de nostalgia no está nada mal.

Y ahora., si me perdona usted la impertinencia, hagamos una pregunta: si es verdad que la democracia en Europa ha dejado de funcionar, que el sistema ya no se lo cree la gente y que esto se ha ido a hacer, en definitiva, puñetas, como nos dicen Maravall y tantos otros, ¿de verdad es sensato alertar sobre la supuesta extrema derecha, que en realidad no ha gobernado nunca esta Europa? ¿No sería más razonable mirar a los socialdemócratas, liberales y democristianos que llevan gobernando más de medio siglo el continente? ¿No serán estos últimos la amenaza? Porque, a la postre, amenazar con que vienen los bárbaros no deja de ser una forma como otra cualquier de garantizar que el imperio continúe vivo. ¿No?

Y esto es la izquierda sensata, porque la insensata sigue a lo suyo. Almudena Grandes, por ejemplo: “El jueves pasado fui a la manifestación contra la ley Wert y me asombré de su tamaño”, escribía el otro día. El tamaño, ¿de quién? ¿De Wert? Es más bien modesto. ¿De la ley? Es desconocido. ¿De la manifestación? Sí, a eso se refiere. Porque dice Almudena Grandes que había muchísima gente, y que después se mezclaron con las manifestaciones de víctimas del franquismo (???), y de víctimas de las preferentes, y no sé cuántas más, y ahí estaba Almudena, toda enardecida ella, incomodando al poder, ¿verdad? En Madrid ha hecho mucho calor estos días atrás y a Almudena debió de darle el sol en la cabeza o algo, porque cierra su artículo de esta guisa: “Ahora que los inmigrantes se mueren porque en Urgencias ya no les atienden, invierta en I+D+i para fabricar comida a partir de sus cadáveres. No hallará un camino mejor para reducir el déficit”. Sin comentarios.

Otra de la izquierda insensata: la progresía sigue dándole fuerte a la defensa de la muerte eugenésica, o sea, al aborto de los niños “que vengan mal”. Los progres han hecho de esta vieja reivindicación hitleriana uno de sus caballos de batalla, lo cual da la medida de dónde estamos. 

Este domingo, en El País, Jorge M. Reverte tomaba el relevo de otros caritativos exterminadores progresistas y aullaba: “Alberto Ruiz-Gallardón, ministro de Justicia, nos quiere volver a llenar de tullidos las escaleras de las iglesias”. Claro, porque ya se sabe que el destino inevitable del tullido es ser arrojado a las escaleras de las iglesias, ¿no? ¿Para qué otra cosa sirven los tullidos? Mejor abortarlos, ¿verdad? Con lo que molestan al turismo y al comercio, ¿eh?, esas estampas de un cojo o un manco o qué sé yo, esas cosas tan desagradables de ver para la fina sensibilidad de Jorge M. Reverte. Claro que, si aplicamos a rajatabla la emanación de este señor, ¿por qué detenernos en los tullidos? Hay mucha gente muy fea por ahí. O muy bajita. O muy calva. O muy estúpida. ¿Quién pone el límite? ¿El amigo Reverte?

Aconsejo al colega que lea Un mundo feliz, la antiutopía de Huxley, donde se exterminaba en embrión a los feos. A lo mejor así se lo piensa dos veces antes de escribir barbaridades como la siguiente, que cierra su vomitivo artículo: “Este defensor del derecho a la vida (se refiere a Gallardón), amparado por hooligans como el ministro del Interior, Jorge Fernández, que compara el aborto con ETA, o el obispo de Alcalá, Juan Antonio Reig Pla, quieren llenar las escaleras de las iglesias de mujeres locas y de niños tullidos”. Qué manía, ¿no?, eso de las iglesias y los tullidos. A ver si lo que en realidad quiere este caballero no es sólo matar a los tullidos, sino también quemar las iglesias. Y luego dice Maravall que la amenaza está en la “extrema derecha”, ¿sabe usted?

Por acabar con mejor humor, hagamos hueco a una rectificación. Aquí mismo nos quejábamos amargamente hace unos días de que el maestro José Luis Alvite hubiera abandonado la “columna negra” para dedicarse al comentario político. Pues bien, el Chandler de nuestro papel prensa ha vuelto por donde solía y ha encadenado cinco textos consecutivos, “Humo con Pamela”, que son para quitarse el sombrero... o la pamela, claro. El caso es que ya está todo en su sitio. Albricias. (La Gaceta).
 

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