lunes, 20 de mayo de 2013

SALGA DEL POZO









INTRODUCCIÓN.




Si usted ha caído en el pozo de la beatería progre, ¡Dios le ampare!  Si todavía es joven, y así lo dice el DNI, todavía tiene esperanzas. De todos modos, ser joven no es sólo una cuestión cronológica. Hay ‘jóvenes’ carcamales de vetustas meninges y matusalenes de espíritu indomable. O sea, no hay garantías absolutas. Nunca.

En cualquier caso, por el módico precio de este libro, le ayudaré a trepar por las ásperas paredes de la fosa. De mis años de habitante de la gruta, retomo esta rescatable idea de Marx:

‘No hay vía regia para la ciencia y sólo pueden llegar a sus cumbres luminosas aquellos que no temen fatigarse escalando sus escarpados senderos’.


Se trata, no sólo de la ciencia, sino de la beatería progre. El virus de la ‘superioridad moral’ y del ‘buenismo’, que tanto daño ha hecho, y sigue haciendo, a millones de mentes cargadas de buenas intenciones. Ahora bien, a partir de una cierta edad, aunque no hay reglas absolutas, estará condenado para siempre a respirar el ‘soma´beatífico (u otros opiáceos ideológicos) de la revolución pendiente.

Aunque los afeites y ungüentos milagrosos logren disimular el paso inevitable de la vida, la chochez ideológica persistirá implacable. Asentirá impávido a las grotescas proclamas y denuncias de estrafalarios personajes sin el menor sentido del ridículo, y sin el mínimo respeto por los hechos. Los adversos, claro está. No querrá ni leer lo que ponga en duda el catecismo emancipatorio Tal vez, como muchos otros, insultará a los que han escrito en contra del oasis progresista. Le ha sucedido a tantos, que sería demasiado largo y triste recordar.

 ‘La primera de todas las fuerzas que dirigen el mundo es la mentira’, dijo J.F. Revel.


Pero si sale del oasis buenista y emancipador, no encontrará un camino de rosas. Encontrará el pedregoso camino de la vida. Y no se sentirá moralmente superior, ni creerá en utopías de hojalata. Tan ensangrentadas y cubiertas de cadáveres, como enseña la Historia. Pero intentará ser mejor. Lo que esto signifique lo aprenderá en los libros, pero no sólo en ellos.

Ulises, en su largo viaje de regreso a Itaca, después de la guerra de Troya, se topó, en una isla del Mediterráneo, con unas sirenas cuyos cantos melodiosos atraían fatalmente a los marinos. Hundidos los barcos en los arrecifes, las sirenas remataban a los supervivientes. Para evitar tan trágico final, Ulises hizo atarse al mástil del barco y taponó con cera sus oídos, para no caer en la tentación...

No pediré que se dejen de oír los falsos cantos de sirena. La vida moderna no permite taparse con cera los oídos. Pero, al menos, deberá leer, con honestidad y reflexión profunda, algunos libros de los que ponen en cuestión las verdades indiscutibles del progreso sin regreso. Y deberá mirarse al espejo para escudriñar el fondo de su alma. Si se ríe (a menos que se ría de sí mismo) es que no ha entendido la gravedad de la empresa. ¡La apuesta es usted mismo!


Este nuevo libro que presento a mis lectores, es  una selección de artículos que he venido escribiendo estos últimos ocho años, aproximadamente. Mi deseo es que ayuden a entender, un poco más y un poco mejor, la realidad en la que vivimos. Y al entender mejor nuestro entorno, nos comprenderemos mejor a nosotros mismos. Porque no debemos olvidar que nosotros, usted y yo, siempre vemos y entendemos desde ‘dentro’. No existe un lugar privilegiado desde el que contemplarnos a nosotros mismos y el mundo entorno, el llamado ‘ojo de Dios’. No hay un ‘desde fuera neutral’ que nos permita alcanzar la verdadera y auténtica objetividad. No podemos comprender ‘sub especie aeternitatis’.

Pero esto no significa que ‘’todo vale’’ y que cualquier comprensión y explicación de la realidad sea igualmente respetable. Si así fuera, tan respetable sería la opinión del nazi y la del demócrata, la del torturador y el torturado, del competente y el incompetente, del educado y el grosero. Pero no es así. Las personas, salvo raras excepciones, desean estar con los educados, competentes y honestos. Si todo fuera relativo, estas preferencias no tendrían sentido, y daría igual preferir la compañía de unos u otros.

Además, decir ‘’todo es relativo’’ es una contradicción. Si así fuera, y ‘todo’ fuese relativo, ya tendríamos algo absoluto. O sea, la propia afirmación de que ‘’todo es relativo’’. Olvídese, pues, esta perniciosa estupidez. Ni usted ni yo vivimos suponiendo que todo da igual. No es cierto, ni lo ha sido nunca.

Usted decide. Es su vida. Pero recuerde que no vive solo. Ni su lenguaje, ni sus reflexiones caben en un mundo estrictamente privado. Y al relacionarse con los demás, hay dos vías fundamentales y muy diferentes. Una es la argumentación y la otra es la violencia y el dogmatismo. Yo prefiero la primera, por motivos morales y, también, prudenciales. Estoy convencido de que mis lectores comparten esta preferencia.


Sebastián Urbina.

 (De mi libro 'Escribir nuestro tiempo'.)










Libros que le ayudarán a salir del pozo progre.


Horacio Vázquez Rial, 'La izquierda reaccionaria'.

J.F. Revel, 'El conocimiento inútil'.

Pascal Bruckner, 'La tentación de la inocencia'.

Andrew Anthony, 'El desencanto'.

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