jueves, 8 de abril de 2010

SE RIE DE LA GENTE.






Barcelona.- Los presidentes español y catalán, José Luis Rodríguez Zapatero y José Montilla, defienden en un libro las relaciones bilaterales entre Cataluña y España como vía para profundizar en el actual modelo autonómico del Estado.

En el epílogo de la obra "A favor de España y del catalanismo", de la editorial Edhasa, el presidente del Gobierno advierte a quienes "plantean la bilateralidad como algo radicalmente incompatible con el Estado autonómico" que "España se ha construido en los últimos años sobre la base de aportaciones bilaterales".

Por su parte, Montilla defiende en el prólogo del libro un catalanismo "con un proyecto hispánico incorporado" que fortalezca la voluntad por ambas partes de profundizar en la "transformación federal" y en la "pluralidad" de España.

Los autores de la obra, el diputado del PSC en el Congreso Daniel Fernández y el historiador Joaquim Coll, defienden un modelo de catalanismo que conjugue la reivindicación de la cultura catalana y la voluntad de autogobierno con "un proyecto para España".

En la presentación hoy del libro, Fernández ha reclamado a la "izquierda catalana" que no tenga miedo de defender el Estado de las autonomías, un modelo que "incorporó en España el catalanismo político" y que actualmente "quiere apropiarse la derecha".

El diputado socialista considera que el actual Estado autonómico es un "verdadero modelo federal adaptado a la realidad de España" y que se trata de un modelo situado en un "punto central" en el que se encuentran la mayoría de los ciudadanos españoles.

Joaquim Coll, por su parte, ha solucionado la aparente "paradoja" de escribir un libro "a favor de España desde el catalanismo" con el argumento de que esta contradicción se debe a la "regresión política de los últimos años", por la que se ha olvidado que el catalanismo es una parte consustancial de la política española.

"La mayoría de los catalanes viven sus dos identidades de una forma complementaria, no antitética", ha señalado Coll, para añadir que son una "regresión" tanto las corrientes "neocentralistas" que defienden un Estado unitario como la deriva de los partidos nacionalistas hacia posiciones independentistas.

El presidente Montilla coincide con el autor al tildar de regresivas la "reducción del catalanismo a la opción independentista o a su sucedáneo soberanista" y "la destrucción sistemática de puentes de diálogo con los adversarios políticos que practica la derecha española".

Montilla se declara "seducido" por la idea de hacer posible un "catalanismo útil" y recalca que esa actitud tiene su traducción política en la propuesta de "perfeccionar el Estado autonómico en un Estado federal" que "respete las identidades nacionales diversas" que conviven en España. (La Gaceta).

XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX


UNA SOLA NACIÓN, ESPAÑA.

Madrid.- Jorge de Esteban, catedrático de Derecho Constitucional y presidente del Consejo Editorial del periódico 'El Mundo', ha publicado un artículo en dicho diario, titulado ‘Una sóla Nación, España’, en el que afirma que el Constitucional debería anular el término nación aplicado a Cataluña.

"Si Cataluña es una Nación, hay que reconocer en consecuencia sus símbolos nacionales; si se reconocen sus símbolos nacionales, hay que aceptar la soberanía del pueblo catalán; si se establece que el pueblo catalán es soberano, hay que adoptar la bilateralidad en sus relaciones con el Estado español; si se acepta la bilateralidad hay que respetar que las competencias que reconoce el Estatuto están blindadas y no se pueden modificar", escribe de Esteban.

El catedrático añade que "si se blindan las competencias de la Generalitat hay que asumir que la Constitución no es ya la primera norma en Cataluña; y si la Constitución no rige ya en este territorio, hay que reconocer también como válidos unos órganos propios, diferenciados de los españoles, tales como otro Defensor del Pueblo y otro Tribunal Constitucional”, manifiesta el presidente del Consejo Editorial de ‘El Mundo’. “En otras palabras: la independencia está ya al alcance de los nacionalistas catalanes, que no representan, en su versión radical, ni la mitad de la población", denuncia de Esteban.

"Como se ve, pues, la quintaesencia que envuelve al Estatuto no es ni más ni menos que la que trasmite el concepto de Nación, pues si se reconoce éste, todo lo demás se dará por añadidura”, manifiesta el articulista. “No es extraño, por tanto, que los nacionalistas catalanes lleven dando la matraca durante varios meses con que Cataluña es una Nación, incluido el cordobés Montilla, hoy, paradójicamente, presidente sobrevenido de la Generalitat, aunque su catalán esté todavía en mantillas", recuerda Jorge de Esteban.

"De esta forma, se demuestra una vez más que el pánico de que el Tribunal Constitucional eche abajo, todo o parte, del Estatuto, es algo que les preocupa sólo a los dirigentes nacionalistas, que intentan convecernos a todos los demás españoles de que es una aspiración general de la población catalana”, manifiesta Jorge de Esteban. “Basta para desmentirlo el mero hecho de comprobar la cifra de los que votaron en el referéndum sobre su aprobación -no alcanzó ni siquiera el 50%-, demostrándose así que Cataluña es un territorio, como otros muchos de España, empezando por Madrid, plural en su composición en razón de sus orígenes variopintos", considera el catedrático de Derecho Constitucional.

De Esteban advierte que "el Tribunal Constitucional debería ser muy prudente al pronunciarse sobre el Estatuto. “De no anular la mención a la Nación en su Preámbulo, en ese bloque de la constitucionalidad ya no habrá una sola Nación, España, sino otra más, Cataluña, con todo lo que eso comporta", previene el articulista.

"Porque aunque Cataluña pudiese ser considerada una Nación en sentido cultural, nunca lo podría ser en sentido político, porque no existe un acuerdo generalizado sobre la secesión y hasta ahora, salvo que el Tribunal lo permita, tampoco es una Nación en sentido jurídico, según lo que he expuesto", concluye Jorge de Esteban. (LaVozLibre).

XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX


Es lo que el pueblo español se merece.

XXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXXX



PRIMERA REPÚBLICA, SEGUNDA REPÚBLICA......



No creo en el destino histórico, ni en la esencia histórica de un pueblo, ni en milongas parecidas. Pensaba estas cosas para mis adentros al leer una reciente Historia de España, escrita por C. Vidal y Jiménez Losantos. Refresca, con amenidad, rigor y buen sentido pedagógico, las grandezas y miserias de nuestra historia. Que de todo hay.

Las astracanadas más destacables, y eso que hay un buen muestrario, se producen en la Primera República. No me resisto a recordar algunos aspectos de esta tragicomedia. Ni Mortadelo y Filemón pueden alcanzar tan altas cotas de grotesco ridículo. Después de reír un rato, escuece la duda.


¿Seríamos capaces de repetir las necedades de nuestros ancestros? Salvando las distancias, por supuesto. No se hace el imbécil de la misma manera y no se baña uno dos veces en el mismo río, como nos enseñó Heráclito.



Veamos. Durante la Presidencia de Francisco Pi i Margall, que creía que las regiones eran entes soberanos que en uso de su autonomía podían declarar su deseo de formar parte de la Federación Española, se produjo una gran desintegración territorial. ¿Les suena?



Por ejemplo, se declararon Repúblicas independientes, además de Cataluña, Málaga, Cádiz, Sevilla, Granada, Valencia y Castellón. Pero ahora no sería igual que entonces. Ahora tenemos ordenadores, teléfonos móviles, aviones, el AVE y un largo etcétera. Haríamos idioteces con mucha mayor rapidez. No se puede comparar.



Pero la cosa no acaba ahí. La República Independiente de Granada (todo con mayúsculas para enfatizar la identidad propia y las esencias inalienables) declaró la guerra a la República Independiente de Jaén. Ahí es nada. Pero las guerras, como las canciones de verano, son muy pegadizas. De modo que la República Independiente de Jumilla declaró la guerra a todas las ‘naciones’ vecinas. Con un par. ¿Cómo se puede dudar de la voluntad independentista de Jumilla?



Así, de ridículo en ridículo, nuestros compatriotas de la Primera República consiguieron unos niveles de caos absolutamente excepcionales. Eso sí, eran muy independientes y celosos de su identidad. ¡Por Dios! ¡Me olvidé del Cantón de Cartagena! ¡Y del noble pueblo de Camuñas, también soberano!

A lo que iba. Las ridiculeces siguieron su curso hasta que la ONG, quiero decir el Ejército se decidió a intervenir. Hubo, incluso, algunas sentencias de muerte por una insurrección de nada en Cartagena. Total, sólo bombardearon Alicante.



En resumen, el general Pavía entró en el Parlamento con la Guardia Civil, y con el apoyo del Ejército, y sus señorías huyeron por las ventanas. El general Serrano se convierte en el quinto Presidente de la Primera República.

Los españoles, como si fueran alumnos revoltosos, habían apedreado al maestro y habían montado una algarabía. Eso sí, con muertos. Además, se habían cargado a una corrupta Monarquía. Pero fueron incapaces de crear un poder político estable. Hubo desorden, descoordinación y caos. Esto no se puede mantener por mucho tiempo. Era la hora de Cánovas del Castillo. Ley y orden. Aunque también caciquismo y corrupción.



Por supuesto, las utopías estaban a la vuelta de la esquina esperando otra ocasión propicia para salvar a la humanidad. Por lo menos salvar a los españoles de la opresión capitalista-terrateniente-fachorra-eclesiástica. Era la Segunda República.



Hubo cosas buenas, como en la Primera República. Pero lo malo superó, con creces, a lo bueno. Naturalmente, la versión oficial políticamente correcta, es que la culpa es de los fachas. Con otras palabras, todo iba democráticamente bien hasta que la derechona dio un golpe de Estado.



El que disienta, ya saben, es de extrema derecha. Me atrevo a recomendar la lectura de: ´Los mitos de la guerra civil’, de Pío Moa. No solamente avalado por grandes ventas sino por las palabras de Stanley Payne. ‘He oído muchas descalificaciones contra Moa, pero poco argumentos’. O sea, ha elogiado la obra de Moa con gran cabreo y hostilidad del rojerío.

Dice Stanley Payne: ‘Para los socialistas, la democracia republicana no constituía un objetivo en si misma, sino que venía a ser un escalón para alcanzar una economía y una república socialistas’. Estas palabras no se citan para sugerir que los nacionales (la derecha) eran los buenos y los rojos eran los malos. No. Ambos cometieron atropellos e injusticias.



Lo que se dice es que, cuando se dio el golpe militar, ya no había ninguna democracia que defender. La fracasada Revolución de 1934 (auspiciada por los socialistas y ERC) es un ejemplo de los falsos afanes democráticos de la izquierda. En resumen, otra vez las utopías nos llevaron al desastre, al caos, a la destrucción. Por no mencionar los siete mil (7.000) asesinatos de religiosos por parte de la izquierda. Algo inédito, cruel y brutal en la historia europea.



Volvamos al presente. Vivimos, actualmente, una grave crisis. Y la crisis económica es la menos importante, aunque también lo es. Tenemos, además, una grave crisis institucional y una crisis moral.

Zapatero negó la crisis económica cuando los expertos decían lo contrario. Estamos pagando las consecuencias, agravadas por unos sindicatos irresponsables y subvencionados que hacen huelga contra los empresarios. Como si no estuviéramos en una economía de mercado.


Por otra parte, Zapatero ha fomentado la fragmentación territorial. Su promesa de aceptar cualquier Estatuto que saliera del Parlamento catalán es un ejemplo de su irresponsabilidad. Y ha creado un problema muy serio cuyas consecuencias son imprevisibles.


Finalmente, Zapatero trata de romper consensos básicos e imponer valores que sólo representan a una parte de la sociedad. Lo que muestra un peligroso sectarismo.


En fin, ¿un nuevo intento de utopía de izquierdas? ¿La Tercera República? Sugiero un título: ‘Repúblicas Confederadas Progresistas’.

¿Se animan?



Sebastián Urbina.

1 comentario:

Moscón dijo...

¿Comunidad de Iberolandia(Des)Unida?
¿Pueblos Vecinos de la Antigua Hispaña?