LA PEDERASTIA LAICA.
El PSOE, por boca de Elena Valenciano, invita al público en general a denunciar casos de pederastia en la Iglesia católica, a la vez que en nombre de la alianza de civilizaciones y por boca de casi cualquiera, nos propone respetar las costumbres del diferente y acatar, si no aprobar, las bodas musulmanas con niñas de entre nueve y once años, por ejemplo las de la celebración masiva que muy recientemente tuvo lugar en Gaza.
En los tiempos de Clarín, de Emile Zola o de Eça de Queirós —por citar tan sólo tres de los muchos autores que se ocuparon de curas apasionadamente enamorados—, cualquier debilidad sexual de un sacerdote era no sólo un pecado mayúsculo, sino también una excepción. Hoy, cuando la teología de la liberación, iniciada por obispos hartos del celibato que se valieron de la experiencia de pareja de Monseñor Jerónimo Podestá con Clelia Luro, bendecida por Dom Helder Camara, está de capa caída, y el presidente paraguayo es un obispo en excedencia con más hijos que el presidente de Sudáfrica y Norman Mailer juntos, ya no cabe reprochar a la institución una actitud reaccionaria respecto de la sexualidad de toda la vida. Por el contrario, los enemigos de la Iglesia dan su batalla en ese sentido poniéndose en contra el celibato.
Ahora bien: decir que la pederastia es una consecuencia del celibato es una total majadería. A uno le gusta lo que le gusta y puede arder por una señora (o por un señor) sin que en momento alguno se le ocurra poner los ojos en la hija o en el hijo de su prójimo. Y si lo hace, es porque le gustan los niños. Y hay tipos (y tipas, aunque muchas menos, por la razón que fuere) a los que les gustan los niños, no las señoras ni los señores. Más o menos en la misma proporción dentro y fuera de la Iglesia. ¿O no sabía Freud (el verdadero, el discípulo de Charcot, no el de la estampita psicoanalítica) que las iniciaciones sexuales suelen producirse en el seno de las familias, vía familiares de uno y otro género, en los bordes de la infancia? Y eso que Freud sólo conocía a la burguesía vienesa, porque la verdad es que, cuanto más baja la clase social, más cierto es que eso ocurre, y en las familias marginales es regla de oro.
Decir hoy que la pederastia es casi patrimonio de la Iglesia no sólo es propio de hipócritas de marca mayor, sino que gente que roza la ilegalidad y la vesania moral. La utilización de una lacra como arma contra la Iglesia es indignante, y más cuando el mismo partido de gobierno que lo hace, se niega a endurecer penas para los delincuentes sexuales. Y después se sorprenden cuando Juan José Cortés, el papá de Mariluz, que tantos votos podría atraerles, se va con el PP.
Horacio Vázquez-Rial es escritor. (Factual).
3 comentarios:
Los abusos a menores son repulsivos y deben ser denunciados los cometa quien los cometa. Es sorprendente, bueno, no tanto, que la señora Valenciano anime a denunciar sólo las agresiones cometidas por algún miembro de la Iglesia, ¿por qué no anima a que se denuncie cualquier abuso si de lo que se trata es de proteger o resarcir a las víctimas y no de una campaña contra la Iglesia?
La mayor parte de los abusos, entre el 65 y 85%, se producen en el seno familiar, siendo el número de niñas abusadas hasta tres veces mayor que el de niños, por su padre, padrastro, abuelo, hermanos... ¿vamos a poner en tela de juicio una institución como es la familia? Y eso que muchísimos casos no se denuncian por no desestabilizar a la familia. El hecho se minimiza, se le resta importancia. Eso lo saben bien los psicólogos. Algo incomprensible para una persona normal... que no haya vivido de cerca un caso.
Entre el 20 y 30% de abusos a niños son cometidos por otros menores, ¡jo, contra quiénes hacemos campaña?
Creo recordar que la cifra de curas pederastas -nada despreciable, por cierto- es del 0'5%, pero eso significa que el otro 99'5% de curas no lo son, y esa cifra es menos despreciable aún. Por eso la Iglesia no debe proteger ni esconder a sus ovejas negras. Su temor a la desestabilización le hace más daño que la desestabilización en sí. Los individuos son los culpables y no el 'gremio' al que pertenezcan... si éste no se convierte en cómplice, claro.
Un buen comentario de Nika. Me alegro de 'verla' de nuevo.
Es evidente que los abusos a menores deben ser denunciados los cometa quien los cometa, ahora bien, lo que es gravísimo y escandaloso, es que el Papa y la jerarquía eclesiástica en general los condene de forma tan tibia, por no decir cobarde, y no sólo eso, si no que intenten tapar esos escándalos, hasta que sea imposible por saltar a la opinión pública.
¿Cómo puede ser que el Papa, o el obispo de turno, conozca de un abuso de un clérigo y lo castigue tan sólo con trasladarlo a otra parroquia, y que encima lo justifique y diga que ya lo castigará Dios en el juicio final? A mí me parece asqueroso, simplemente. Se trata de un delito, a ver si lo entendemos ya, no sólo de un pecado.
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