ESPAÑA, LAS MAFIAS Y RUBALCABA. (La Gaceta).
Alfredo Pérez Rubalcaba es el único aficionado del Real Madrid que podría convencernos de que el equipo sigue en la Champions. Tal es su pericia para la fabulación. Pero si el escamoteo afecta a otros terrenos que no son de juego, como el de la seguridad ciudadana, esa habilidad se torna tanto más indignante. El 9 de marzo, después de un año sin acudir a la Comisión de Justicia e Interior, el ministro presentó los datos de delincuencia relativos a 2009, y las conclusiones eran tan optimistas como lo son las de Elena Salgado en materia de recuperación económica. Según el Gobierno, la delincuencia en España bajó en 2009 un 3,7% respecto al año anterior, alcanzando la tasa de criminalidad más baja en lo que llevamos de siglo XXI.
El informe gubernamental registra 45,8 infracciones penales por cada 1.000 habitantes, que es una tasa 23,3 puntos inferior a la media europea. En total, en 2009 se contabilizaron 1.777.465 delitos y faltas, 80.731 menos que en 2008, y destaca el descenso de las infracciones contra el patrimonio (un 7,4%) y las faltas por hurto (un 5,1%), mientras que el número de los delitos contra la vida, la integridad y la libertad de las personas siguió estable. Los datos se cohonestan con el último Barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas, de enero de este año, donde sólo el 8,1% de los españoles percibía la inseguridad como el principal problema de España. Pero que a la gente le preocupe más el paro no significa que piense que la seguridad es perfecta.
Hasta aquí, la versión oficial, culminada con esta frase de Rubalcaba: “España es uno de los países más seguros del continente”. Cuesta creerlo, primero, porque la estadística de Interior tira de maquillaje y sólo computa los datos aportados por Policía y Guardia Civil, soslayando los procedentes de las tres comunidades que gozan de policía autonómica: Cataluña, País Vasco y Navarra. Así, si en Cataluña se computaron en 2004 nada menos que 205.000 delitos, en 2009 sólo se registraron 15.000. ¿Significa eso que Cataluña entera ha sido en el ínterin exonerada del pecado original? No: significa que en 2004 el traslado competencial a los Mossos d’Esquadra no se había completado, y que ahora sólo se pasan a Interior los datos de delitos perseguidos allí en exclusiva por Policía y Guardia Civil. “Tenemos la certeza de que las cifras dadas por el ministro no son reales”, asegura a ÉPOCA el portavoz de Interior del PP, Ignacio Cosidó. “De incluirse los datos procedentes de las tres regiones con policía autonómica, el resultado arrojaría la tasa de criminalidad más alta de la historia”. Rubalcaba usa otros trucos estadísticos para maquillar cifras; así, por ejemplo, la orden -escándalo ya aireado por los medios- de espolear a los agentes para multiplicar las detenciones de inmigrantes ilegales se justifica porque cada detención computa como un caso resuelto, lo que dibujará al final un alza engañosa de cifras positivas en el gráfico de una rueda de prensa.
Hay otra anomalía estadística en el manejo de las cifras de Interior: la descomunal diferencia que guardan con la memoria anual de la Fiscalía. “La Fiscalía tiene abiertas hoy unos cuatro millones de diligencias, mientras que Interior declara unos dos millones de delitos perseguidos. O sea, la mitad. Sabemos que la Fiscalía está afrontando ahora mismo el mayor número de diligencias de su historia, así que es imposible que la delincuencia haya bajado”, explica Cosidó, autor de un informe sobre crimen organizado para FAES, think tank afín al PP y uno de los 50 más influyentes del mundo según el ranking elaborado en 2010 por la Universidad de Pensilvania. De hecho, la Memoria de la Fiscalía correspondiente a 2008 -la última disponible- señalaba un aumento de la criminalidad del 3,57%, pero cuando el ministro Caamaño fue preguntado por eso en el Congreso en septiembre del año pasado, la respuesta del titular de Justicia fue que los registros de la Fiscalía siempre son superiores a los delitos reales. Y punto en boca.
Por otro lado, se hace difícil creer tanto a Rubalcaba como a Caamaño porque dos años de crisis y su correspondiente alza de la pobreza se antojan un caldo de cultivo más favorable al delito que a la armonía celestial que nos venden. La paz social suele ser consecuencia de la prosperidad. Según Cosidó, “la crisis ha incrementado el número de asuntos penales un 4,4%. Lo que sucede es que la correlación entre crisis e inseguridad no es instantánea. Hay un efecto retardado; la delincuencia repuntará cuando aparezca la marginalidad, que es la consecuencia final de una crisis que se alarga demasiado por la ineptitud de un Gobierno”.
Para justificar sus cifras optimistas, el ministro aduce la incorporación de 30.000 nuevos agentes entre Policía y Guardia Civil desde 2003 y el endurecimiento del Código Penal. Es cierto que España es el país de la Unión Europea con mayor población reclusa por habitante: si en 2000 había 45.000 presos, ahora hay unos 76.500. Igual de cierto es que en buena medida ese espectacular aumento se debe al incremento exponencial de la delincuencia extranjera. Un 30% de la población reclusa actual es inmigrante. Y la inmensa mayoría de ellos cumple penas por asociación mafiosa o integración en bandas criminales: el 82% de los grupos de crimen organizado en España, según el último informe de Europol, encuadra a delincuentes extranjeros. Colombianos, rumanos y marroquíes son, por este orden, las nacionalidades más recurrentes en estas bandas; y si bien el 84% de los grupos tiene denominación de origen española, sólo uno de cada 10 es netamente autóctono.
El crimen organizado -asociación de más de dos personas para perpetrar delitos sistemáticos y continuados en el tiempo- constituye ya la primera amenaza para la seguridad en España. Europol apunta a España como núcleo emergente de los flujos de delincuencia transnacional, sobre todo en las modalidades de tráfico de cocaína y cannabis, trata de blancas e inmigración ilegal. El oeste y noroeste de África encuentran en nuestro país la base fundamental para operar y abrirse al mercado europeo. Al mismo tiempo -como sucede con el clan Corleone conforme avanza la saga de El Padrino-, las mafias se sofistican de generación en generación y acaban resultando cada vez más invisibles, adoptando un perfil bajo para eludir la vigilancia de las Fuerzas de Seguridad. Se centran en la gestión de sus negocios sin involucrarse en crímenes aparatosos o luchas territoriales. Este modus operandi es tan inteligente como letal: los capos reinvierten lo ganado, haciendo un uso creciente de estructuras empresariales legales para blanquear el dinero, y van echando raíces en España, a la vez que financian a otros grupos violentos a los que subcontratan para el trabajo sucio.
La droga continúa siendo la base del negocio: redes de narcotráfico turcas o pakistaníes que comercializan la floreciente industria del opio afgano, mientras que los grupos colombianos monopolizan el tráfico de cocaína y las redes marroquíes consolidan el dominio del cannabis en nuestro país. En otro orden criminal, grupos rumanos, búlgaros y nigerianos se especializan en las redes de prostitución, aunque son los albaneses los que ostentan la hegemonía en el negocio de la explotación sexual. En la última década, España se ha convertido en hábitat de este género de hampa, y además ha sido señalada por Europol como paraíso de la falsificación y distribución de moneda falsa, sin olvidar la copia de mercancías y marcas de lujo a cargo de bandas orientales, también expertas en redes de explotación laboral (una de las modalidades delictivas que más ha crecido en los últimos años). Miembros de la Camorra napolitana, la ‘Ndrangheta calabresa y la Cosa Nostra siciliana están haciendo de España -de Andalucía, Madrid y Cataluña, sobre todo- la residencia idónea para prófugos de la justicia italiana, por entender más laxa nuestra legislación. La península, en realidad, se ha convertido en el principal importador europeo de delincuencia extranjera. Pero esto no lo destaca Rubalcaba en sus ruedas de prensa.
Marruecos merece capítulo aparte. Aliado preferente de Moratinos y plaza elegida por Zapatero para celebrar cumbres bilaterales con la UE, Marruecos no sólo se mantiene como el principal productor de cannabis, sino que es una zona de tránsito entre el África Subsahariana y Europa para todo tipo de tráficos ilícitos, especialmente cocaína, inmigrantes ilegales y tabaco hacia España. Por otro lado, se fortalece el protagonismo del golfo de Guinea como introductor de cocaína en Europa proveniente de Sudamérica. En resumen, las multinacionales del crimen empiezan a desplazar a los criminales locales, o bien los ponen a su servicio.
En España, en 2008, se detectaron 538 grupos organizados operativos según el informe confidencial del Centro de Inteligencia contra el Crimen Organizado (CICO), al que ha tenido acceso ÉPOCA. De ese medio millar, sólo la mitad fue desarticulada. Pero lo peor es que el tamaño medio del crimen organizado casi se ha duplicado desde que gobierna Zapatero y que la esperanza de vida de estas bandas está aumentando hasta superar en algunos casos los 10 años de existencia. Están presentes en todo el territorio español, pero son especialmente activas en la costa (Málaga, Alicante y Valencia) y en las grandes ciudades (Madrid, Sevilla, Barcelona). Sólo en Madrid se detectaron 196 mafias activas en 2008. Desde el trampolín de la península, sus actividades se proyectan a unos 70 países de todo el mundo. Exportamos delincuentes organizados.
Los datos de Europol y del CICO atañen a 2008, mientras que los de Interior conciernen a 2009. La realidad dibujada por unos y otros difiere demasiado para mediar tan sólo un año de diferencia. El PP exige a Rubalcaba una nueva estrategia antimafia. Nosotros nos contentaríamos con tener un Gobierno que no nos mienta.
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