Se dice, en fuentes generalmente bien informadas, que el representante de los catalanistas catalanes en Madrit exigirá al gobierno centralista que fomente el catalán en USA. El argumento es sencillo y aplastante: si los americanos conocieran la belleza de la lengua catalana, la lengua de la libertad, abandonarían el estudio del español, la lengua de Franco. No descartamos, dicen que dijo, que abandonen, incluso, el inglés. ¡Visca Catalunya Lliure!)
EL IDIOMA ESPAÑOL
Siete millones ochocientos veinte mil es el número de escolares y universitarios que estudian español en Estados Unidos como lengua extranjera. Lo aprenden en un país en el que no es obligatorio, al contrario de Europa, el estudio de lenguas extranjeras. La Asociación de Lenguas Modernas norteamericana en una reciente encuesta confirmaba que el español es, con enorme distancia respecto al francés o el alemán, el idioma extranjero más estudiado en sus universidades. Sólo el número de estudiantes norteamericanos de español supera la población de Cataluña, por ejemplo.
El idioma español es el petróleo de la sociedad española y
de las sociedades que se expresan en español. La lengua, hoy,
profundamente americana -nueve de cada diez hablantes están al otro lado del Atlántico,
y apenas son un 5 por ciento los que pronuncian la «c»- constituye la
razón y el sentido de la fortaleza cultural de una nación, su expansión,
su profunda vocación atlántica, algo por lo que no solo uno debe
sentirse orgulloso, sino maravillado y, al tiempo, sentir, también, una
formidable responsabilidad.
500 millones de hablantes nativos de español, solo por detrás del chino
Son, de acuerdo con el último censo de la población
estadounidense, más de 50 millones los hispanohablantes, sin incluir a
la población de Puerto Rico; son, esos 50 millones ya dentro de las
minorías los que presentan unas cifras extraordinarias de crecimiento
económico e influencia política, social, económica y cultural. Pero la
clave está en que no es solo entre los hispanos, sino que, entre las
distinguidas y exquisitas universidades de la Costa Este, es decir,
entre los «wasp» es en los que el aprendizaje del español se ha
disparado en las últimas décadas. De manera que los que mañana serán
diplomáticos, políticos, economistas, altos funcionarios, profesores
universitarios, investigadores, científicos, ingenieros y demás en la
sociedad norteamericana, hoy se preparan con el español en su mochila
académica.
Otro detalle, Brasil, después de la Ley Federal nº 11.1615
de 5 de agosto de 2005, en la que se obligaba a todos los centros de
enseñanza media a impartir clases en español. De manera que los 6
millones que hoy lo estudian en el gran país que es Brasil se
convertirán en 11 millones cuando se puedan ofertar más plazas en
función de la creación de nuevos puestos docentes. Sin duda, es cierto
lo señalado reiteradamente por el profesor José Luis García Delgado, al
idioma español solo le queda cotizar en bolsa para mostrar su
rentabilidad. Cerca del 3 por ciento es el porcentaje que aportan las industrias culturales al PIB de España (40.000 millones de euros).
El hecho de compartir un idioma entre más de una veintena
de naciones, como es el caso del español, aumenta, en cerca de un 200
por ciento, los intercambios bilaterales. Si, como gustan de recordar en
Italia, «las matemáticas no son opinión», las cifras del español, sin
falsos engolamientos, ni fatuidades, pero, tampoco, sin el martirologio
patrio tan habitual, sobre todo, en medios intelectuales, las cifras del
español, cabe insistir en ello, son espectaculares y, en efecto, como
las matemáticas, no son opinión. Son hechos gozosamente alentadores.
También en Twitter el español ocupa el segundo lugar
Como señala, con criterio y sentido, el secretario de las Academias Americanas, Humberto López Morales,
el 80 por ciento de los términos utilizados son comunes a todos los
países que hablan español. He ahí la fortaleza y el continuo
enriquecimiento. El genial mexicano Alfonso Reyes,
a principios del siglo XX, dijo: «Si el orbe hispano de ambos mundos no
llega a pesar sobre la Tierra en proporción con las dimensiones
territoriales que cubre, si el hablar la lengua española no ha de
representar nunca una ventaja en las letras como en el comercio, nuestro
ejemplo será el ejemplo más vergonzoso de ineptitud que pueda ofrecer
la raza humana».
Sin patéticos alborozos, parece que se ha escuchado la
advertencia del gran escritor mexicano Alfonso Reyes, y la lengua
española, orgullo y emblema de una cultura, ha seguido sus pasos
contados y cantados. Dos instituciones, de Estado, han realizado una
labor encomiable, portentosa: Real Academia Española -a la hora de unir y trabajar con el resto de las Academias americanas- y el Instituto Cervantes
en su constante y eficaz labor de expandir y proyectar la lengua en el
exterior. Ahora sí podemos contestar a Alfonso Reyes: «Estamos en ello»,
y de qué manera. (ABC)
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